John Maynard Keynes se ganó un lugar en la historia de la economía por haber sido el pensador que propuso una solución a la crisis mundial de 1929. De acuerdo con sus ideas, el mundo experimentó su peor momento financiero debido a una falta de consumo, por lo cual los gobiernos tendrían que incentivar la demanda de corto plazo. De ahí su famosa frase: “En el largo plazo todos estaremos muertos”.

Esa fue la visión hegemónica hasta que una nueva crisis golpeó la economía mundial, dando paso a teorías frescas y paradigmas como el de Milton Friedman, quien, al contrario de Keynes, no creía que el Estado tuviera que ser la instancia que fomentara la demanda, sino que solamente debía limitarse a regular la cantidad de dinero disponible, como una herramienta que pudiera controlar o contrarrestar los ciclos económicos.

La economía pospandemia dejó una lección clara: el sistema económico debe cambiar, y la intervención del Estado es necesaria. Definir el grado de participación y de qué manera debe convivir con las acciones del mercado es el reto que hasta el momento se está explorando. En México, desde 2018 inició un nuevo paradigma económico, que lejos de haberse abandonado con la crisis sanitaria, se profundizó.

Este cambio se plasma en el documento más importante que elabora cualquier gobierno, el Paquete Económico, el cual ha reflejado también la manera en que entendemos cómo utilizar los recursos y, al mismo tiempo, el rol que el Estado y el mercado ejercen en la economía.

Este año no es la excepción. El gasto propuesto por el Ejecutivo federal para el ejercicio 2023 es una cifra histórica, 8.3 billones de pesos de gasto neto total; algo nunca visto. Además, el Paquete plantea una meta de crecimiento del 3%, cifra que, si bien se antoja optimista, lo cierto es que existen las condiciones para aprovechar el contexto geopolítico y recuperar nuestra capacidad productiva y exportadora. Adicionalmente, la migración a territorio nacional de manufacturas norteamericanas que se encontraban en China ha ido aumentando en forma sostenida, y promete ser un factor de crecimiento significativo. 

Por otro lado, debemos reconocer los retos que México enfrenta en materia económica; quizá el más importante es la inflación que actualmente afecta a la mayoría de los países. El alza generalizada de los precios es probablemente el fenómeno económico más destructivo, menos entendido y difícil de controlar, el cual, dado el contexto actual, incluido el encarecimiento de bienes raíces en Estados Unidos, resultará difícil de disminuir a los niveles que se plantean en el Paquete Económico.

Respecto a los 8.3 billones de gasto, 4.6 de ellos provienen de la recaudación de impuestos; 2.5, del Impuesto Sobre la Renta, y 1.4, del IVA. Esto sin modificar la política fiscal y basado, primero, en el crecimiento de la generación de ingresos de los causantes, y el incremento en gasto de los consumidores, así como en la capacidad de recaudación del Servicio de Administración Tributaria. Otro componente importante para alcanzar la cifra son 1.68 billones de endeudamiento externo adicional, que no representa un riesgo en términos de apalancamiento ni en la disponibilidad de líneas para acceder a los recursos.

En suma, el Paquete Económico es optimista, y creo que así deben ser los planes. Habrá que incidir de manera inteligente y oportuna en materia de política monetaria para controlar la inflación, estar pendientes de la evolución de los precios internacionales de los granos básicos y otras materias primas clave. También, atender las necesidades para maximizar el onshoring de manufacturas norteamericanas provenientes de China y poner atención a cualquier evento internacional que pudiera presentar una oportunidad adicional para crecer, o alguno negativo ante el que tengamos que ajustar y corregir los planes para cumplir nuestras ambiciosas metas. 

@RicardoMonrealA

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