El nacionalismo es hambre de poder templada por autoengaño.”  George Orwell

 

El presidente López Obrador cambió de parecer. Desde el 22 de julio había anunciado que respondería públicamente a las consultas promovidas por los gobiernos de Estados Unidos y Canadá en el marco del T-MEC por la política energética de nuestro país en el discurso de conmemoración de la independencia nacional: “Voy a aprovechar el 16 de septiembre, el día de nuestra independencia, sobre este asunto. No vamos a informar antes. Pero no vamos a ceder porque es un asunto de principios, tiene que ver con nuestra soberanía”.

Se esperaba que se envolviera en la bandera nacional y pronunciara un discurso dramático y nacionalista. Se llegó a pensar que retiraría a México del Tratado México-Estados Unidos-Canadá. De momento solo se están llevando a cabo consultas; pero, en caso de que estas no generen acuerdos, Washington y Ottawa podrían pedir paneles de controversia, que muy probablemente México perdería. Después de todo, uno de los principios fundamentales de cualquier tratado de libre comercio e inversión es que los gobiernos deben dar un trato igual a todas las empresas, nacionales o extranjeras, estatales o privadas; pero López Obrador ha impulsado una política energética que favorece a la Comisión Federal de Electricidad y a Pemex.

El 12 de septiembre, en vísperas de la visita del secretario de estado de la Unión Americana, Antony Blinken, AMLO anunció su cambio de estrategia: “No voy a referirme el 16 sobre este tema. Voy a hablar sobre la paz en el mundo y sí voy a hablar sobre la postura de México sobre la guerra”. La afirmación me hizo sonreír; en los concursos internacionales de belleza, las competidoras siempre afirman, para no herir susceptibilidades políticas, que su ambición es luchar por “la paz del mundo”. Eso mismo ha decidido el presidente.

Según López Obrador, ahora “hay un tono distinto, una actitud de respeto”, del presidente estadounidense Joe Biden. No sé si exista ese tono nuevo, pero claramente hay un acuerdo entre los dos gobiernos para no ventilar la disputa en público. Este 14 de septiembre entrevisté para radio al embajador Ken Salazar, quien fue muy cuidadoso al recalcar que, aunque las consultas siguen, estas se desarrollarán por el cauce que señalan las reglas del T-MEC; México mantiene por el momento sus cuestionadas políticas energéticas, pero con un acuerdo de no confrontar públicamente las posiciones de cada gobierno.

Independientemente del resultado de las consultas, o de los paneles de controversia que pudieran sobrevenir, AMLO debería reconsiderar su decimonónica concepción de la soberanía. Es falso que un país sea más soberano por tener empresas monopólicas gubernamentales. La verdadera soberanía se alcanza con la prosperidad y esta requiere de mercados abiertos. Estados Unidos no tiene monopolios gubernamentales en energía, pero ha logrado una mayor capacidad para defender su soberanía que México, ya que el sistema de economía abierta le ha dado mayor riqueza y fuerza.

La libertad se construye sobre la fortaleza económica. Más que pelear por mantener monopolios gubernamentales en electricidad e hidrocarburos, o crear uno nuevo en litio, debemos promover una mayor apertura económica para dar a los mexicanos una mayor prosperidad. No podemos basar nuestra soberanía en empresas estatales ineficientes, que nos debilitan, o en las remesas de los mexicanos que salieron de nuestro país para encontrar en la Unión Americana mayores oportunidades. Esas oportunidades hay que crearlas aquí.

El general

Ha sido detenido el general José Rodríguez Pérez, ex comandante del 27 batallón de infantería. Según la nueva versión del caso Iguala, este militar ordenó el asesinato de seis de los 43 normalistas secuestrados. Habrá que ver qué tan sólidas son las pruebas, y escuchar las declaraciones de un acusado que se entregó voluntariamente.

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