Contra la militarización

Por segunda ocasión en 10 meses, los grupos de buscadoras de Guanajuato concentraron la atención nacional, ahora con su espectacular reclamo en la Estela de luz.

La primera vez fue el 13 de diciembre del año pasado, cuando también de madrugada llegaron a la capital del País para ‘llevar’ las fosas de sus desaparecidos al Zócalo a fin de que desde Palacio Nacional las viera el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La protesta del jueves fue de otro nivel. El ascenso de las activistas del grupo “Hasta encontrarte” a la gigantesca torre, con una manta de 70 kilogramos, según contaron, y la espera de 15 horas para desplegarla, hizo que la atención nacional se concentrara en ellas.

Cuando al fin desplegaron su mensaje, con un reclamo contra la militarización del País, el objetivo del grupo había sido cumplido de sobra.

Pero aunque la preocupación por las decisiones que se han tomado al incorporar al Ejército al combate a la inseguridad de manera formal preocupan a muchos, el sesgo final de la protesta del 15 de septiembre me sorprendió. 

Es cierto que existen en el estado casos concretos de desapariciones en los que están involucrados soldados o marinos y nadie olvida el asesinato del joven estudiante Ángel Yael, de la Universidad de Guanajuato, por disparos de la Guardia Nacional en abril pasado.

Pero considerar que las fuerzas de seguridad federales tienen una responsabilidad significativa en el drama de los desaparecidos en Guanajuato, me parece exagerado. Es imposible para cualquiera que no vive ese calvario formarse una opinión certera, pero sí creo que ha sido más consecuencia de acciones, y sobre todo omisiones, de las autoridades estatales: basta recordar el “muchos de ellos, la gran mayoría afortunadamente, es que se fueron con la novia o el novio” del ex gobernador Miguel Márquez.

Como sea, “Hasta encontrarte” llamó una vez más la atención sobre los desaparecidos en Guanajuato y en un momento por demás oportuno, justo cuando vivimos una semana de terror que desmiente las optimistas declaraciones de que baja la tendencia homicida, como se confirmará esta semana cuando den a conocer las cifras oficiales sobre el tema y veamos que el descenso en comparación con 2021 es cada vez menor.

El comienzo de la ascensión de las activistas en la Estela de luz.
Foto: Agencia Reforma

General en el banquillo

Y ya que hablamos de los militares y la seguridad pública, la semana que dejamos atrás comenzó un capítulo con muy pocos precedentes: el del juicio al General Brigadier José Rodríguez Pérez, ex comandante del 27 Batallón de Infantería de Iguala, quien se entregó el miércoles a las autoridades. Otros dos oficiales imputados también lo hicieron, cada uno por su lado.

Como se sabe el militar, que es el primer general que va a prisión durante la Administración actual, está acusado de ordenar asesinar a seis normalistas.

“Se presume que seis de los estudiantes se mantuvieron con vida hasta cuatro días después de los hechos –suscitados la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014– y que fueron ultimados y desaparecidos por órdenes de El Coronel”, aseguró Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob), cuando presentó el informe de nueva comisión sobre los hechos.

Llama la atención sin embargo que el militar detenido no haya sido acusado de homicidio. En cuatro declaraciones distintas, dos realizadas como coronel y otras dos ya como General brigadier, Rodríguez Pérez sostuvo que los militares a su cargo no tuvieron noción de la magnitud de los hechos hasta que ya fue demasiado tarde para remediar nada.

Ni por asomo ha reconocido que supiera de la suerte de ninguno de los muchachos desaparecidos y menos que ordenara ejecutarlos. Como se sabe, la fuente de las acusaciones es el testigo protegido “Juan”, que es el nombre que la Fiscalía General de la República le dio a Gilberto López Astudillo, “El Gil”, jefe de plaza de Guerreros Unidos en Iguala, de quien se dijo era uno de los principales involucrados en los hechos y fue liberado el año pasado, absuelto de haber participado. 

Sigue prófugo hasta ahora el general Alejandro Saavedra Hernández, titular de la 35 Zona Militar en Chilpancingo, el militar con el cargo de mayor responsabilidad cuando ocurrieron los hechos y a quien se acusa de ignorar las llamadas de alerta producidas en el transcurso de los hechos.

Tendremos que ver el desarrollo del juicio del ‘Coronel’, la defensa del mando acusado de tales atrocidades y la reacción de los militares al proceso de uno de los suyos, acusado por un delincuente confeso. Parece lógico que el condecorado secretario de la defensa, Luis Cresencio Sandoval, haya dado su apoyo a las decisiones que se tuvieron que tomar con el nuevo informe sobre la tragedia de Iguala, lo cual no significa seguramente que todos los militares las respalden.

Un recuerdo personal. Me acababa de mudar a Irapuato para abrir el AM en aquella ciudad cuando mi director me comentó que acudiera a la sede de la  16a. Zona Militar, en Sarabia, a la conmemoración del Día del Ejército, el 18 de febrero de 1997. Entre el aviso y la fecha señalada, se produjo la captura del general Jesús Gutiérrez Rebollo, director del Instituto Nacional de Combate a las Drogas, acusado de complicidad con Amado Carrillo Fuentes, “El señor de los cielos”. Jamás olvidaré el denso ambiente que había en aquella ‘celebración’ Habrá que estar pendientes de este nuevo juicio..

Durante la semana, normalistas de Ayotzinapa lanzaron petardos y estrellaron un camión en la puerta del 27 Batallón de Infantería, en  Iguala, el mismo que encabezaba el militar acusado. 
Foto: Agencia Reforma

¿Qué ver, qué leer?

El premio al mejor actor en una miniserie obtenido por Michael Keaton por su actuación en “Dopesick”, ha sido una consecuencia lógica al impacto que ha tenido la obra, inspirada como dijimos en una entrega anterior en cómo las ambiciones de una empresa farmaceútica desencadenaron la crisis de los opioides en Estados Unidos. De manera casi paralela se anunció que la serie podrá ser vista por fin en México por Star+ a partir del 12 de noviembre.

Una historia  curiosa es que hace muchos años, en 1988, Keaton estelarizó otra película, “Limpio y sobrio” (Atrapado en el infierno, le pusieron por aquí) que no sólo fue muy bien recibida por la crítica y el público, como puedo ver en internet, sino que se convirtió en un símbolo para los adictos en recuperación.

La convincente actuación de Keaton como Daryl Poynter, el agente de bienes raíces consumidor de cocaína que tiene que internarse en un anexo tras la muerte por sobredosis de una compañera de parranda y tiene que reconocer, paso a paso, la enfermedad que padece, fue una historia muy útil para explicar el proceso de aceptación que tanto cuesta aceptar. Recuerdo muy bien que formaba parte del acervo de uno de los centros de rehabilitación de León, nuestra ciudad. De nuevo, habrá que apreciarla.

Michael Keaton y Kaitlyn Dever, en una escena de Dopesick.
Foto: Starzplay

MCMH

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