Guanajuato… ¿seguro?
Como recordaba ayer nuestro periódico en su resumen mensual sobre la violencia en el estado, el operativo ‘Golpe de Timón’ comenzó el 3 de marzo de 2019. Al día siguiente, leo en el AM del día 5, las autoridades anunciaron que “ayer la Marina, la Policía Federal y las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado tomaron el control de la comunidad Santa Rosa de Lima, en Villagrán, donde opera un cártel del crimen organizado”.
Un año y cuatro meses después, el domingo 2 de agosto de 2020, fue capturado en Santa Rosa de Lima José Antonio Yépez Ortiz, “El Marro”, líder del cártel, cuya disputa con otro grupo de Jalisco. trajo la desgracia a Guanajuato.
Aunque aquel domingo el gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo advirtió en un tuit que “cumplimos con un objetivo, sin embargo, debemos de seguir trabajando en coordinación para fortalecer la paz”, dos semanas después las autoridades anunciaron el final del golpe de timón, que se tradujo en la captura de 859 personas acusadas por delincuencia organizada, el decomiso de 308 mil litros de hidrocarburo, 2 mil 142 vehículos y 3,087 motocicletas, y el arranque de una nueva estrategia, “Por un Guanajuato seguro” .
La recuperación de la zona había tenido momentos muy amargos. El 5 de octubre de 2019, AM reveló que habían sido descubiertos los cuerpos de tres agentes de las Fuerzas de Seguridad Pública que desaparecieron mientras investigaban en la zona. El día 7, la Fiscalía del Estado detalló que los agentes habían sido detenidos por policías municipales ‘traidores’, de Villagrán, y entregados al grupo criminal.
A dos años del arranque del nuevo operativo, hay todavía mucho por hacer. En una entrevista publicada el martes por La Jornada, el fiscal Carlos Zamarripa contesta a la pregunta de si hay colusión de policías con el crimen organizado.
“Sí, Villagrán actualmente trabaja completamente para un grupo delictivo. En esa localidad, la policía no tiene ninguna disposición ante el Ministerio Público. Ninguna detención. Entonces, ¿qué hace? ¿Ni siquiera una falta administrativa?”, respondió Zamarripa.
Es decir, la recuperación de la zona que anunciaron las autoridades se vino abajo o no se había concretado del todo en realidad. Septiembre fue particularmente letal para Villagrán, donde se produjeron 24 homicidios dolosos, cuando iban 34 en los primeros ocho meses del año.
La semana pasada hubo varios asesinatos en la zona y todavía el sábado 1 de octubre, una persecución que acabó en la captura de cuatro hombres ataviados como para la guerra, tres de Juventino Rosas y uno de Celaya, que permitió la liberación de cuatro secuestrados. Ojalá esta detención se traduzca en un apaciguamiento de la zona.
Amor y desamor
Qué interesante resulta revisar muchos de los informes que produce el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el Inegi. Esta semana lo comprobamos con las estadísticas de matrimonios y divorcios, que fueron ampliamente comentadas en los medios.
A pesar del enfoque tremendista sobre el incremento de las separaciones en 2021, 61.4% con respecto a 2020, el año de la pandemia y el encierro, la verdad es que las parejas salieron en general bien libradas de la prueba que significó convivir mucho más tiempo, o de tiempo completo como en algunos casos.
Y es que como bien señalaron algunos, los 149 mil 675 divorcios registrados en 2021 fueron casi 57 mil más que los 92 739 de 2020, pero menos que los de 2019 y 2018, casi los mismos que en 2017.
En el caso de Guanajuato, como destacó el periodista de AM Leonel Araiza, las separaciones se han duplicado durante la última década, pero con relación a las bodas, al pasar de 15 por cada 100 matrimonios a 32 en 2021. El estado ocupa el décimo lugar nacional en la tasa de divorcios por cada 10 mil habitantes de 18 años o más, con 21.8, muy lejos del primer lugar de Campeche (46.5) y también del último, Veracruz (6.4).
La edad promedio de los protagonistas de los 9 mil 211 divorcios registrados en 2021 en Guanajuato fue de 42.2 años en los hombres y 39.6 años en las mujeres
La cuarta parte de estas separaciones (24%) fue de parejas que tenían entre uno y cinco años de casados, un porcentaje similar (275) habían cumplido 21 y más años de casados cuando resolvieron poner punto final a su relación.
En cuanto a los matrimonios, el año pasado trajo un repunte similar al de los divorcios: luego de que en 2020 solamente se casaron 17 mil 528 parejas, en 2021 la cifra ascendió a 28 mil 436.
En este apartado, Guanajuato registra la séptima tasa más elevada del País, con 6.72 matrimonios por cada mil habitantes de 18 años o más, lo que demuestra que a pesar de las transformaciones que hemos vivido, la institución se mantiene. Enhorabuena a todas las parejas que se casaron el año pasado, entre ellas dos de menores de edad, 12 de hombres y 16 de mujeres.
Riesgo máximo
Ya es angustia lo que causa repasar las opiniones sobre el curso de la guerra en Ucrania. Quienes saben del tema señalan que los tropiezos de las tropas rusas -que llegaron a su momento culminante este sábado, al perder la ciudad de Liman, en un territorio que ya considera suyo Vladimir Putin– consolidan un panorama inédito que no permite presagiar nada bueno.
El hecho de que una potencia nuclear sea derrotada en una guerra convencional impone enormes presiones al gobernante ruso, quien lanzó a su País a este terrible aventura y ahora enfrenta un creciente rechazo interno y la impotencia de no poder someter a los ucranianos.
Las perspectivas son cada vez más oscuras. “Ucrania está ganando la guerra y no capitulará, incluso si usan ese armamento nuclear táctico no se rendirá”, ha dicho a El País Orysia Lutsevych, directora del Foro de Ucrania en el programa de Rusia y Eurasia en Chatham House, un instituto centenario dedicado al análisis de los asuntos internacionales.
Aterra que se analice la posibilidad de que se lance un ataque atómico limitado y haya quien piense que ni eso terminaría con el conflicto, sin entrar a considerar cuál sería la reacción de Estados Unidos y Europa al desafío.
Mientras los ucranianos han sufrido las consecuencias de la brutal guerra, en el resto del mundo hemos padecido, con distinta intensidad, las consecuencias del mismo. Pero los eventuales escenarios que se manejan abren la puerta a posibilidades tan dramáticas que escapan a nuestro alcance.
¿Qué ver, qué leer?
Con frecuencia he dicho que mi formación jurídica (en realidad inexistente) procede de “La ley y el orden”, la legendaria serie del productor Dick Wolf. Sin rubor confieso que durante décadas he visto centenares de programas en sus distintas presentaciones y con diferentes elencos.
Por eso me llena de nostalgia la noticia del regreso al formato original del fiscal de distrito Jack McCoy, Sam Waterston, que se concretará la semana que comienza.
El programa está en su temporada 22, acumula 471 capítulo y regresa después de un ausencia de 12 años, un reto formidable porque la noticia llega junto con el anuncio de un diluvio de series que hará de este un fin de año de veras entretenido (platicamos la semana próxima).
Waterson, un actor que hacía teatro clásico, fue contratado casi de emergencia cuando el fiscal original, Michael Moriarty, salió en circunstancias que nunca se aclararon. “No pensé que estaría allí mucho tiempo”, dijo este mismo año. Menos mal.
MCMH