“La intolerancia puede definirse como una indignación de los hombres que no tienen opiniones”.

G.K. Chesterton

En muchas ocasiones el presidente López Obrador ha promovido la tolerancia. El 22 de mayo de 2019 declaró: “Vamos a ser tolerantes, ¿sí o no? ¿O tolerantes cuando se trate de lo que nos acomoda? ¿O realmente vamos a tener espíritu libertario auténtico y vamos a respetarnos, aunque no se piense lo mismo, aunque no tengamos la misma religión, aunque no tengamos la misma cultura? Ya basta también de hipocresías, vamos a actuar con autenticidad”.

Él mismo, sin embargo, no ha sido particularmente tolerante, o más bien lo ha sido solo con quien le acomoda. A quienes tienen puntos de vista distintos, los ha descalificado como fifís, corruptos, conservadores y neoliberales. De un periodista crítico ha revelado información financiera personal. Quienes han votado en contra de sus iniciativas han sido exhibidos como supuestos traidores a la patria. A quienes considera sus enemigos políticos, los ha encarcelado con prisión preventiva justificada. Un grupo numeroso y coordinado de activistas suyos en redes sociales se dedica a descalificar, difamar e insultar a sus críticos. Este ánimo de linchamiento se ha trasladado al mundo real.

El 2 de octubre en el Zócalo capitalino vimos un ejemplo cuando un grupo de activistas progubernamentales cercó y acosó a la escritora y académica Denise Dresser, que trataba de protestar contra la militarización en el mitin por la matanza de Tlatelolco. La llamaron priista, lo cual es paradójico para una mujer que ha sido durante mucho tiempo una de las críticas más severas del PRI. y del PAN. Es público, por otra parte, que Dresser votó por López Obrador las tres veces que este se postuló como candidato a la Presidencia. Y si bien el Presidente cambió de opinión, y hoy está a favor de la militarización que antes rechazaba, ella se ha mantenido firme en esta posición.

En su mañanera de ayer el Presidente aludió al tema al responder a la pregunta de una reportera: “Tiene que seguir habiendo debate, que antes no había. Ahora es distinto”. Es falso, sin embargo, que antes no hubiera debate. Hubo muy fuertes cuestionamientos a la militarización que promovieron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Lo distinto hoy es el acoso desde el gobierno a quienes cuestionan la militarización.

La dramaturga y conductora de televisión Sabina Berman, conductora de programas en la televisión gubernamental, justificó en Twitter el acoso a Dresser. El propio Presidente mostró complacido el tuit ayer en la mañanera: “La ingenuidad de la Derecha [su mayúscula]. Dominan Tweeter [sic] y las mesas de análisis de los medios comerciales. Te callan a gritos cuando opinas fuera de los dogmas neoliberales. Y. oh sorpresa. en la calle es al revés”. 

Calificar las ideas de Dresser como de “derecha”, sin embargo, es algo que solo puede afirmar quien no la ha leído. Es falso también que “la calle” haya protagonizado la agresión en su contra del domingo. Los videos no muestran una reacción espontánea de la multitud, sino un acoso organizado de un pequeño grupo de activistas. A la escritora, de hecho, la protegió un grupo de las Madres Buscadoras de Sonora y otros manifestantes.

Estamos viendo una campaña de quienes piensan diferente al régimen. Los ataques se han vuelto especialmente virulentos contra mujeres, como Carmen Aristegui y Dresser, que el grupo en el poder considera apóstatas de su movimiento. Lo peor es que son campañas de hostigamiento promovidas por un presidente que prometió ser tolerante. 

Licencia

El secretario de hacienda, Rogelio Ramírez de la O, anunció ayer que las empresas que apoyen el programa antiinflacionario del gobierno tendrán una “licencia única” que las exentará de impuestos y trámites, incluyendo los de sanidad e innocuidad. Más eficaz sería eliminar impuestos y trámites innecesarios para todas las empresas. 

www.sergiosarmiento.com

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