Interesante a más no poder el contraste: mientras en Palacio Nacional el Presidente y el Secretario de Hacienda, acompañados de empresarios del ramo alimentario, presumían haber logrado acordar con ellos un plan de control de precios, en otro rumbo de la Capital se daba a conocer la encuesta sobre expectativas inflacionarias de los analistas especialistas.
En resumen: para finales de este año, esperan los expertos (muchos de los cuales laboran en prestigiadas instituciones financieras) una INFLACIÓN para México cercana al 9% y TASAS DE INTERÉS de DOS DÍGITOS (alrededor del 10.2%). Esto más una reducción en la tasa de crecimiento (PIB) para el 2023 y 2024 la cual ubican en 1.20 por ciento y en 1.95 por ciento respectivamente.
¿Dónde quedó entonces la tasa de crecimiento del 4 por ciento prometida por el Presidente y dónde quedará el plan antiinflacionario pronosticado desde ya a fracasar? Seguramente almacenados ahí junto al Sistema de Salud como el de Dinamarca.
Podrán deducir, amables amigos, que el plan anunciado ayer en Palacio Nacional no parece ameritar consecuencias medibles relacionadas con el control de precios, en estimación de los expertos. Se espera que los precios SUBAN COMO LA ESPUMA a pesar de, si no es que gracias al plan anunciado ayer.
Puede deducirse de la nula influencia de este plan en las expectativas que lo consideran “puro show” y que conste, no de parte de los empresarios de la industria alimentaria, quienes seguramente harán su parte -dentro de lo posible-, sino por parte de un Gobierno que piensa -o cree- que está en sus manos, a su alcance, “controlar los precios” por decreto. O como dijo el Presidente: “Sólo pidiéndolo”.
Menuda sorpresa se llevarán los gobernícolas cuando se percaten de que sus peticiones, plegarias y órdenes no surten efecto alguno, ya que la inflación, esto es, el crecimiento desmesurado en el índice de precios general, es un proceso netamente económico, no político y que no recibe órdenes ni instrucciones de boletines de prensa o de conferencias en Palacio Nacional. Se rigen los precios por las inviolables reglas de la oferta y la demanda, tan sólidas éstas como las reglas que rigen la FÍSICA.
Lo que pretende lograr este Gobierno con su genial plan es viajar más rápido que la velocidad de la luz ¡montados en una escoba! Ello a sabiendas de que las teorías de Albert Einstein postulan que nada puede viajar más rápido que la velocidad de la luz. Ni siquiera las BALAS que se dispararon el domingo en Zapopan (Guadalajara) en un enorme centro comercial cuando presuntamente SICARIOS pretendían secuestrar a un empresario.
Sepan, estimados amigos, hablando de este espinoso tema que INCIDE NEGATIVAMENTE en nuestras perspectivas económicas (sobre todo en los índices de crecimiento), que cantidad de negocios pequeños en muchas ciudades del País están CERRANDO por no poder soportar ya las EXTORSIONES y amenazas de los criminales. Esto es, el infame “piso”. Delito cada día más común que goza de absoluta impunidad, pues la autoridad no actúa, en ocasiones por estar coludida por impotencia e incapacidad. Sobre todo a nivel local mientras que a nivel federal están ocupadas -o distraídas- en otras labores.
Balaceras como la de Zapopan a plena luz del día, a plenas horas de comercio, colocando en riesgo a hombres, mujeres y niños que disfrutan de un día de asueto, se están convirtiendo en la nueva normalidad, lo cual dice mucho del maltrecho estado de la paz y orden público del que (no) gozamos en este México Mágico en el que para todo hay acuerdos, menos en la lucha contra la VIOLENCIA.
En cierta forma, amigos lectores, nos parece perverso el plan armado por el Presidente. Llama a Palacio Nacional a los principales actores en la fabricación y distribución de alimentos del País, LOS PRESENTA al público nacional, se toma LA FOTO con ellos y presenta un documento que aparenta ser una GARANTÍA pactada con ellos de que no habrá aumentos. Ello a pesar de que ni están en la foto todos los que son, ni todos los que están son.
Con esta “ceremonia”, lo que logra el Presidente es CREAR ante la opinión pública una COARTADA. Un rebaño de chivos expiatorios a quienes CULPAR si los precios suben. “Ellos me prometieron, subieron los precios, es CULPA DE ELLOS”. La vieja táctica por él muy empleada de TRANSFERENCIA de responsabilidades.
En lugar de ser SU GOBIERNO el responsable de las actuales condiciones económicas magras y de la INFLACIÓN destructora, resulta que en su narrativa los culpables son OTROS. ¿Habrá quién le compre semejante patraña? No es de dudarse, el pueblo “bueno y sabio” no parece analizar acciones, sino meramente tragarse el rollo y darlo como bueno, al tiempo que cobra sus dádivas sin percatarse que éstas ya no adquieren lo que antes.