Hay multitud de historias fantásticas e increíbles que rodean las vidas de la realeza, nobles y dirigentes, sin embargo, en ocasiones la realidad termina por ser de mayor interés que esos relatos de tinte mitológico. 

Hace algún tiempo existió un azote en la familia real rusa y multitud de casas europeas. Este mal de carácter oculto, que se especulaba era por “mala sangre” circulante en las familias reales, marcó los destinos de esos clanes y no fue hasta tiempos recientes que se pudo elucidar la naturaleza específica y origen de esa enfermedad, que afectó y fue origen de historias tan increíbles como las de Alexei Romanov, nieto de la Reina Victoria e hijo de la Zarina Alejandra y el Zar Nicolás II de Rusia, quien fue “tratado” por sus hemorragias y deterioro físico por el mismísimo monje Rasputín, que adquirió gran poder sobre la familia real de Rusia, gracias a sus supuestos poderes de sanación. Hoy en día, se sabe que el padecimiento de carácter obscuro que afectaba al niño que debía de reinar en toda Rusia, era la hemofilia.

Pues bien, este joven heredero quizá podría haber tenido otro destino (y el mismo planeta otro derrotero) si hubiera tenido acceso a productos terapéuticos como los hemoderivados. Estas terapias y sus análogos son medicinas únicas de carácter biológico que tienen su origen primordial en el plasma (el componente “líquido” de la sangre) y cada una de ellas tiene un perfil bioquímico muy particular generado por mecanismos diferentes de producción y procesamiento, que resultan en variadas y muy específicas respuestas clínicas y eficacia entre los pacientes que los necesitan.

Considerados por la Organización Mundial de la Salud como “medicamentos esenciales”, estos productos se obtienen en un 90% de procedimientos de aféresis, que se refiere a “conectar” a un donador a una máquina que separa los diversos componentes líquidos y celulares de la sangre, retirando únicamente el plasma necesario para procesamiento, mientras se re-infunde el resto de hemocomponentes no utilizables. Tras su procesamiento, se logran obtener más de 24 proteínas terapéuticas (como complejos de protrombina, fibrinógeno, factor recombinante, factor VIII, por citar algunas) que pueden ser utilizadas para multitud de enfermedades como las deficiencias de antitrombina, deficiencia de alfa-1 antitripsina, inmunodeficiencia primaria, miastenia, cáncer y transplante, polineuropatía desmielinizante crónica inflamatoria, púrpura trombocitopénica hemorrágica y trastornos de coagulación como la enfermedad de Von Willebrand o hemofilia A y B (la que afectó al poco afortunado heredero ruso).

Sin embargo, hay un problema que cada día se acrecienta más y está llamando la atención de multitud de naciones y regiones del mundo (lastimosamente no es así en México) y es el desabasto y la limitación en la producción de estos productos terapéuticos. Estados Unidos, siendo el mayor fabricante a nivel mundial (70% de la producción) y teniendo condiciones regulatorias favorables que incluyen la compensación a donadores, está teniendo problemas para abastecerse a sí mismo y está lastimando el mercado global a pesar de procesar más de 40 millones de litros anuales, obtenidos de 50 millones de donaciones en promedio por año. 

Los países que no son productores y dependen en su totalidad de la importación y compra de estos fármacos, son víctimas de limitaciones sustanciales (cada día mayores) para satisfacer las necesidades asistenciales de multitud de pacientes.

Por lo anterior, es menester llevar el tema de la donación de plasma y los productos derivados del mismo a la palestra, puesto que se trata de una actividad crucial que contribuye, al igual que la donación de sangre, a salvar vidas y mejorar la condición clínica de los pacientes. La preparación, anticipación, planeación y toma de decisiones sensatas, es lo que permitirá evitar enfrentarnos (como suele pasar en nuestro país) de manera descontrolada y desordenada a los problemas de salud pública. Es tiempo.

 

Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor de especialidad y promotor de la donación altruista de sangre.

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