Pensaron en una gran idea: ¿por qué no nos juntamos todos los que detestamos a López Obrador?, ¿porque no hacemos una “Alianza” que incluya a todos los que le aborrecemos y, entonces, con la suma de nuestros odios, le arrebatamos el poder?, ¿por qué no?, ¿qué podría salir mal?, ¿no es esta, realmente, la fórmula ganadora?
No.
Ni lo es ni lo será. Están derrotados y aún no se dan cuenta del tamaño de su fracaso. Sí, podrá sonar como un slogan, un ardid barato de la publicidad política, pero, al final de cuentas, una verdad que arrastran dolorosamente: moralmente derrotados, ¿miden el peso de esa frase?
El odio, bien es cierto, genera empatía, uno puede ver muy bien a quién detesta, lo mismo se le ve como un aliado y puede ser, incluso, hasta un amigo… Hasta que, un mal día, llega la realidad que nos muestra lo difícil que es, realmente, unirse en algo que vaya más allá del odio.
No dudo de las intenciones de hombres como, por citar un par, Emilio Álvarez Icaza o Gustavo Madero, a los que no ha quedado otra opción que ser parte de un esfuerzo fútil y de reflector pero, al final, tan venial que hiede a fracaso desde kilómetros a distancia, tan desesperado que parece que, al final, o es eso o es nada.
Y es que al final, esa oposición tan desgastada, ciertamente tiene razón: este es un gobierno de cuarta pero con una oposición de quinta, tan perdida en sí misma que no atina argumentar nada más allá del odio.
El lunes, organizaciones anti 4T presentaron su propuesta opositora frente a una alianza devastada, en gran parte, por la reciente traición del líder priísta Alejandro Moreno que decidió salvar su pellejo antes que salvar a sus socios, déjeme contarle un poco lo que vendrá en algunos días más.
Primero, quizá la siguiente semana, los dirigentes estatales en el Estado de México del PRI, PAN y PRD darán “eco” al reclamo “ciudadano” y confirmarán esa “alianza” para el 2023.
El otro tema ha sido menospreciado por la arrogancia de la élite mexiquense: se llama Enrique Vargas y lo han vapuleado hasta el cansancio, dicen que sus votos no importan, que realmente nunca estuvo en el juego y que hace berrinches de ahogado, o sea que, según ellos, el PAN sale sobrando en su ecuación ganadora.
A ver si no terminan muy aliados, muy anti-pejes, muy “unidos” en un patético tercer lugar.
De Colofón
No, no se fue del SAT para negociar T-MEC, ahí las cosas ya están claras: el Presidente ordenó que no hay ni una pizca a ceder, nos vamos a pleito y ya luego veremos cómo pagar los aranceles con los que nos van a castigar.
Se fue Economía porque desde ahí vendrá una poderosa pinza fiscal con el SAT que, realmente, nunca deja. Al gobierno le urgen recursos y los va a exprimir hasta que no quede más.
A ver quién se atreve a invertir en México en unos meses más.
Y todavía faltan 717 días para que termine el sexenio.
@LuisCardenasMX