Se estima que los casos de cáncer continuarán en crecimiento en todo el planeta y México no será la excepción.
Estos padecimientos seguirán siendo una de las principales causas de muerte y de discapacidad, pero además de ello, tendrán un impacto devastador (por decir lo menos) en quienes los padecen o sobreviven, así como en los sistemas que los atienden, en un área que no siempre es foco de atención o se intenta no voltear a ver: el aspecto financiero.
Si bien son conocidas las problemáticas de salud pública en la lucha contra el cáncer, como son la desarticulación de los distintos niveles de atención, la falta de prevención, diagnóstico y tratamiento oportunos, la falta de accesibilidad a medicamentos o terapias de última generación y la disminución de los recursos tecnológicos, de infraestructura y humanos para su atención, es poca la información que se tiene sobre el efecto económico que se produce en las personas que padecen estas enfermedades y en los núcleos sociales que rodean a este contexto de la pérdida de la salud.
Multitud de personas que están bajo procesos de diagnóstico o tratamiento para el cáncer experimentan problemas financieros serios (incluso aquellos que cuentan con algún tipo de aseguramiento, ya sea de carácter público o privado), presentándose esta problemática en la mayoría de los casos al poco tiempo de comenzado su proceso clínico, por lo que se debería considerar esta “adversidad” incluso como un efecto secundario o complicación propia de este tipo de padecimientos. Los mecanismos de protección financiera, incluso los de mayor cobertura, son insuficientes para salvaguardar a los pacientes y sus familias de la catástrofe económica que significa padecer o recuperarse de estas enfermedades.
Además de los gastos asociados a los eventos quirúrgicos, quimioterapias, radiaciones o inmunoterapia (que son tratamientos de altísima complejidad y costo), los pacientes y sus familiares enfrentan otras adversidades económicas de carácter “no médico”, como pueden ser el transporte a centros de atención en salud, pasando por el ausentismo laboral o la destinación de tiempo-hombre otrora usado para trabajo y producción, al cuidado y protección del ahora enfermo.
Multitud de núcleos familiares y pacientes están en la disyuntiva entre pagar por sus tratamientos y costes relacionados, o cumplir de manera cabal con la satisfacción de otras necesidades como son las del hogar (comida, servicios, energía); mientras que otros suspenden o retrasan sus tratamientos (incluso los abandonan) para poder atender estos apuros de la vida cotidiana o sortearlos de una mejor manera.
La realidad se vuelve harto compleja: Hay que seguir pagando las cuentas, se sufre para conseguir comida, se pierden citas o no se realizan estudios en tiempo, se disminuyen o se espacian dosis para que dure el medicamento, no se consiguen los tratamientos recomendados y la bancarrota es una amenaza constante.
Los efectos tóxicos del cáncer en el aspecto financiero no son reconocidos de manera cabal y los sistemas de salud (o de asistencia pública o privada) tienen problemas serios para reconocer o “diagnosticar” esta problemática. Es por lo que resulta fundamental el diseño de políticas públicas basadas en variables de interés como estatus socio-económico de los pacientes, edad, raza, género, sitio de residencia, sitio de afección del cáncer, estadio diagnóstico, progresión de la enfermedad, aseguramiento, acceso a servicios de salud, empleo, ingreso, vivienda, estándar de vida, entre otras y la implementación consiguiente, en lo posible, como un traje a la medida para cada condición especial.
De nuevo, esto no ocurrirá si no se tienen mecanismos de financiamiento robusto y se atienden causas raíz de este problema de salud pública (como es la prevención, diagnóstico y tratamiento oportunos). Al día de hoy, la hecatombe financiera originada por el cáncer se cierne sobre multitud de pacientes y sus familias. Es tiempo de hablar de ello y actuar en consecuencia.
Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación altruista de sangre
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