La noche del miércoles 26 de octubre, la fiscalía de Guanajuato anunció la detención de Cristopher Alexis “N” y Pedro “N”, dos presuntos involucrados en la masacre del bar El Pantano, ocurrida en Irapuato once días antes y en la que perdieron la vida once personas. 
Por las armas empleadas durante el multihomicidio, así como por las imágenes captadas por cámaras de seguridad que entre otras cosas mostraban los vehículos en que huyeron, ambos agresores fueron relacionados con una serie de ataques y “levantones” ocurridos en Irapuato en los últimos meses. Uno de estas agresiones se trató de un recorrido mortal realizado a lo largo de cuatro colonias, que dejó un total de doce personas muertas. 
Información proporcionada por Cristopher Alexis “N” y Pedro “N” llevaron a las autoridades hasta un predio ubicado en la segunda sección del fraccionamiento Santa Fe: los detenidos habían admitido que en aquel lugar, ubicado al norte de Irapuato, habían inhumado los restos de varias personas presuntamente ligadas al Cártel Jalisco Nueva Generación, CJNG. 
Entre el viernes 28 y el domingo 30 de octubre, peritos e investigadores de la fiscalía, así como colectivos de buscadoras, extrajeron en ese sitio 41 bolsas que contenían restos humanos. El lunes siguiente hallaron otras 12. 
Según la información entregada por los involucrados en la masacre del bar El Pantano, aquel lugar, rodeado por una amplia barda perimetral, y ubicado a espaldas del CBTIS 65, era uno de los cementerios clandestinos del Cártel de Santa Rosa CDS (nombre que la organización fundada por José Antonio Yépez, “El Marro”, adoptó tras aliarse, luego de la captura de este, con el Cártel de Sinaloa). 
La fiscalía de Guanajuato afirma que ha localizado 372 cuerpos en fosas clandestinas repartidas en nueve municipios: Celaya, León, Acámbaro, Cortazar, Salamanca, Moroleón, Juventino Rosas, Salvatierra e Irapuato. En este último han aparecido 28. 
Las declaraciones a los medios realizadas por integrantes del colectivo Hasta Encontrarte, que tomó parte en los trabajos de búsqueda realizados en el predio del fraccionamiento Santa Fe, son estremecedoras: 
“Son cuerpos que vienen mutilados, bolsas de restos”, dijo una de las buscadoras. “Por ahora no tenemos la posibilidad de darnos cuenta de qué cuerpos son y a cuántas personas pertenecen”. 
En aquellas fosas había una novedad: “Ya no nada más los están metiendo en bolsas negras, sino también los están emplayando… lo que hacen es hacer un emplaye para que ahora sí (llevar) el bulto (con los restos) sea más fácil para ellos”. 
Integrantes del colectivo afirmaron que algunos de estos aún conservaban restos de tejido. De acuerdo con fuentes de la fiscalía, debido al emplayamiento, en algunas de las manos se encontraron, en efecto, residuos que podrían ayudar a establecer el tiempo en que algunos de los restos fueron inhumados. La mayor parte de estos, sin embargo, se hallaban ya “completamente esqueletizados”. 
A las 20:32 del 30 de octubre, el colectivo Hasta Encontrarte subió a su cuenta de tuiter (@HEncontrarte) este mensaje lapidario: 
“Desde el día viernes hasta hoy, 41 bolsas con restos humanos en Irapuato, nos duele el alma, nos duele la muerte atroz, ahí están bajo tierra los resultados de la coordinación de los tres niveles de gobierno para regresar la paz a GTO”. 
Corría la versión de que el viernes 28 alguien había visto a un perro con una pierna humana en el hocico y que esto había llevado al hallazgo de la mayor fosa localizada hasta hoy en Irapuato. Pero era solo un eco de la horrible visión del perro que fue grabado en Monte Escobedo, Zacatecas, con una cabeza humana entre las fauces. No hubo perro alguno en Irapuato, y no hacía falta. Las fosas de Santa Fe eran dueñas, mejor dicho, son dueñas, de su propio horror.   
 

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