“No somos iguales”.
Andrés Manuel López Obrador
El presidente López Obrador ha festejado con entusiasmo el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil. Se declaró “feliz, feliz, feliz”, tanto que lo felicitó desde la primera vuelta, a pesar de que se había negado hasta el último momento a felicitar a Joe Biden para no incomodar a su amigo Donald Trump, que decía haber sido víctima de un fraude electoral. Pero quizá nuestro primer mandatario se ha equivocado; Lula es un político con posiciones muy distintas a las suyas.
Para empezar, Lula es un verdadero demócrata. Tres veces fue candidato perdedor en elecciones y tres veces reconoció su derrota. Nunca hizo un intento por cambiar las reglas electorales para favorecer a su partido. Quienes, como AMLO, han rechazado sus derrotas electorales han sido Bolsonaro y Trump.
Lula se comprometió como presidente a combatir la pobreza. Lo hizo en parte con programas sociales, como Fome Zero y Bolsa Família, condicionados a ciertas conductas de los beneficiarios, como mantener a los niños en la escuela, e inspirados en los que había en México en los gobiernos de Zedillo y Fox, Progresa y Oportunidades. Estaba convencido, sin embargo, de que los programas sociales no eran suficientes: por eso impulsó políticas de inversión productiva y crecimiento para combatir las causas de fondo de la pobreza.
En la campaña electoral de este 2022 Lula declaró: “La gente no quiere vivir de beneficios del gobierno todo el tiempo. Lo que da orgullo al ser humano es tener un salario y llevar comida a casa con su trabajo”. López Obrador, en cambio, ha afirmado: “La justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del gobierno. Hasta los animalitos. Ni modo que se le diga a una mascota: ‘A ver, vete a buscar tu alimento’. Se les tiene que dar su alimento. Sí, pero en la concepción neoliberal todo es populismo, paternalismo”.
Lula ve la dignidad de la persona en el trabajo; López Obrador trata a los pobres como animalitos, como mascotas, que deben ser alimentados por el gobierno. Lula quiere reducir la pobreza, AMLO repartir dinero entre los pobres, aunque sus mayores subsidios, como el de la gasolina, benefician más a los ricos. Lula promueve el crecimiento económico para rescatar a más gente de la pobreza, AMLO piensa que el crecimiento es un concepto neoliberal. No, no son iguales.
Lula mantuvo la privatización parcial de Petrobras que comenzó su predecesor, Fernando Henrique Cardoso. “Antes teníamos un monopolio en bancarrota. Hoy Petrobras es un orgullo de los brasileños”, me dijo en una entrevista. López Obrador está tratando de revertir la apertura de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad.
Lula está abierto al mundo; no solo no vendió el avión presidencial, sino que viajaba constantemente. En enero de 2003, días después de asumir por primera vez la presidencia, acudió al Foro Social Mundial de Porto Alegre, pero inmediatamente después voló al Foro Económico Social de Davos, donde fue recibido como un rock star. López Obrador se resiste a viajar; al hablar por teléfono con Lula, lo invitó a México, pero no se ofreció a acompañarlo en su toma de posesión.
“Lula es un hombre de talante negociador, es un hombre de izquierda con convicciones firmes, pero abierto al diálogo”, me dijo ayer Beatriz Paredes, quien fue embajadora en Brasil. Esto le ayudará a gobernar un Brasil muy dividido en que la oposición dominará el Congreso. AMLO, que tiene mayoría absoluta, pasa horas diarias descalificando a quien piensa distinto.
Celebro, con el presidente López Obrador, el triunfo de Lula, pero creo que AMLO no se ha dado cuenta de que Lula es uno de esos conservadores, neoliberales, fifís que él tanto desprecia.
Honesto
Creo que Lula es un hombre honesto. Como escribí en 2018, se le acusó, con testimonios de un “testigo protegido” de haber recibido un apartamento que nunca fue de su propiedad y en el que nunca vivió.