Las democracias parecen estar bajo acecho no sólo en México, sino incluso en EU, la democracia más vieja del mundo (234 años). En la era del acceso a comunicación ubicua e instantánea, la mentira y la desinformación las están matando.

A diferencia de México, la democracia de EU no es directa sino representativa. Los electores no votan directamente por un Presidente, por ejemplo, sino por quienes les representarán para elegirlo. Ese sistema se ideó para proteger a las minorías, evitando una “dictadura de las mayorías”, pues hay decisiones que no les competen. Como ejemplo, a finales de la década de los 60, la Suprema Corte estadounidense falló en contra de que los estados impidieran matrimonios interraciales. En ese momento, 75% del electorado se oponían a legalizarlos. La Corte protegió a la minoría de la mayoría.

En México tendemos a pensar que la mayoría manda, que todo proceso sujeto a voto popular es mejor y que el pueblo es infalible. Eso es falso. ¿Cómo votaría éste si se le ofreciera quitarles todo el dinero a los ricos para repartirlo o sobre desmantelar Banxico para repartirles las reservas internacionales que éste guarda?

Someter la reforma del INE a la voluntad popular sería un absurdo monumental. El apoyo a ésta refleja la simpatía por Morena, no la comprensión de las medidas propuestas. Hay evidencia de graves errores que se cometen cuando una cosa se confunde con la otra. Un ejemplo reciente es Brexit. Baste decir que al día siguiente de que el sabio pueblo británico votó por salir de la Unión Europea, la consulta más frecuente en Google fue “¿qué es Brexit?”. La gente votó por simpatía hacia quien proponía la medida o por rechazo visceral a Europa, pero sin entender el alcance de la propuesta. El resultado ha sido terrible y el Reino Unido es la economía con el peor desempeño entre las de países industrializados desde esa errada decisión.

El exceso de información instantánea, sin la verificación que antes hacían periódicos serios o medios de comunicación formales, ha contribuido a que muchos se informen en redes sociales que, buscando monetizar clicks, se vuelven cámaras de eco sesgadas y peligrosas que difunden teorías de conspiración y “noticias” falsas y sensacionalistas que nos polarizan a un grado peligroso. El atentado reciente contra Paul Pelosi (el octagenario esposo de la líder de la mayoría Demócrata en la Cámara baja en EU) en el cual un partidario de Trump le fracturó el cráneo a martillazos, es un ejemplo extremo de lo que pasa cuando líderes irresponsables manipulan y echan a andar a sus seguidores. El objetivo de quien irrumpió en la casa de la legisladora era, literalmente, amarrarla, romperle las rodillas y “forzarla a confesar”. Esos fanáticos juzgan a Biden de impostor, a pesar de que no hay prueba de fraude electoral alguno. En México, lo mismo. AMLO ha convencido a sus seguidores, también sin un ápice de evidencia, de que le robaron la elección de 2006, y eso justifica reformar (o más bien eliminar) al INE, a pesar de que decenas de victorias de Morena a nivel local, estatal y federal avalan la imparcialidad del árbitro. Como en un partido de futbol, siempre se critica el papel del árbitro cuando el equipo favorito pierde. Pero la frecuente alternancia entre partidos ganadores confirma su integridad.

Sería suicida que los partidos chicos, incluso PT y PVEM, aliados de Morena, apoyaran los cambios propuestos. Éstos los volverían irrelevantes. Es también curioso notar que el INE es, de hecho, más popular que el Presidente o su partido. Por ello, no podemos descartar que AMLO sepa que no logrará la reforma, pero que consiga dos objetivos peligrosos: quitarle recursos vitales al INE y sembrar suficiente duda sobre el árbitro, por si se ofrece desconocer resultados en el Estado de México o en la elección presidencial de 2024.

Nuestra democracia es perfectible. Pero gracias al valor y trabajo de muchos -Cárdenas, Woldenberg, Maquío- hoy el acceso al poder en México pasa necesariamente por las urnas. El INE es nuestro, no es de un gobierno o de algún partido. ¡Y, precisamente por eso, no se toca!

@jorgesuarezv

ÁTICO
El voto popular no siempre entiende el alcance de decisiones que, por un diseño inteligente de la ley, no le toca tomar. El INE no se toca.

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