Es curiosa una propuesta para reformar el órgano electoral hecha desde el gobierno, y no desde la oposición. Preguntémonos el porqué. Lo es más cuando éste fue electo sin objeción o querella, y cuando la mayoría de los comicios estatales han favorecido al partido en el poder.
Debe preocuparnos una propuesta que intenta que el gobierno controle exactamente los pilares donde descansa la autonomía del INE. Uno de los principales triunfos de la democracia se logró al darle a éste la elaboración del padrón electoral. Eso impide que cada ciudadano vote más de una vez, evita que los muertos voten, o que se rasuren listas para que misteriosamente desaparezcan votantes opositores. Quien controla ese registro puede decidir el resultado de una elección. ¿Por qué darle tal poder a cualquier gobierno que, por definición, sería juez y parte?
Propone también que la elección de los consejeros del INE y los magistrados del Trife sea por “voto popular”, eligiendo entre quienes estén en la lista propuesta por los tres poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- los dos primeros hoy en manos de Morena. En la estructura actual, dos tercios de los candidatos provendrían de ese partido. Los candidatos tendrían que hacer carísimas campañas a nivel nacional donde, seguramente, pasaría lo que hoy ocurre en elecciones donde se cuelan cuantiosos recursos opacos, los del narco entre éstos. Los días de la autonomía de ambas entidades estarían contados.
Por último, desaparecer la estructura territorial del INE deja a las comunidades más remotas sin voz, imposibilitando la instalación de casillas, reduciendo la capacidad para supervisar comicios ahí y dejándolas aún más a merced de la manipulación clientelar por parte del gobierno en turno.
Claramente, el objetivo sí es que el gobierno controle las elecciones, como ocurría en las décadas de la dictadura del PRI.
AMLO y sus seguidores presumen su innegable popularidad. Nos dicen también que en 2024 serán invencibles porque una enorme mayoría apoya su “exitosa” transformación. De ser así, ¿para qué manipular elecciones? Evidentemente, si logran los cambios propuestos, la legitimidad de cada elección -y del gobierno electo- quedaría en entredicho. Si AMLO fuera el genio político que muchos dicen que es, se daría cuenta de que pierde al pervertir el sistema. O, quizá sí lo es y sabe que el desempeño de su gobierno -a nivel federal, estatal y local- ha sido paupérrimo, y prefiere dinamitar el puente de la democracia por el cual él transitó al poder, evitando que otro lo cruce.
Es curioso que este ataque a nuestra democracia ocurra al mismo tiempo que otro a la democracia más vieja del mundo, la de EU. Ahí como aquí, un populista ha aprovechado el púlpito privilegiado -que alcanzó por la voluntad del pueblo- para sembrar duda sobre la limpieza del proceso electoral en el que fue derrotado. La duda es una afrenta a la razón y a los hechos. Trump perdió por más de 7 millones de votos (4.5% del padrón total), y Biden obtuvo 57% de los votos del colegio electoral. Más aún, fueron gobiernos Republicanos los que organizaron la elección en muchos comicios estatales cerrados, y en aquellos donde se hicieron recuentos creció la diferencia a favor de Biden. Nada de eso importa. Con que el líder diga que le hicieron trampa, basta. La fantástica narrativa del Estado profundo que conspira contra Trump se parece mucho a la que AMLO introduce hablando de grupos conservadores que lo hacen contra él, en busca de salvaguardar “privilegios perdidos”. Sigo sin entender cuáles privilegios se perdieron, y sin ver que los conservadores se organicen para algo más que comer juntos.
Y por eso necesitamos órganos electorales autónomos, capaces de contar votos sin sesgo ideológico y sin políticos que vean su paso por éstos como trampolín para otros puestos. La democracia no garantiza que los mejores lleguen, pero sí que los malos se vayan. Por eso hay que marchar el domingo. El INE es nuestro. Muchos arriesgaron la vida para forjarlo. No se toca.
@jorgesuarezv