No es exagerado afirmar que la gran mayoría de las actividades relacionadas (si no es que todas) con la atención de la salud, están motivadas en cierto nivel por la esperanza. 

Los pacientes esperan y desean la cura, el alivio y poder regresar a casa. Los médicos, enfermeras y personal de salud esperan y desean ser certeros en el diagnóstico y eficaces con los tratamientos para los enfermos y tienen esperanza también en poder prevenir enfermedades. Los investigadores esperan y desean aprender más y mejor sobre las enfermedades ya existentes y descubrir nuevas alternativas terapéuticas. 

La esperanza entonces se vuelve un verdadero motor.

De la misma manera, esta palabra que significa “confianza de lograr una cosa o de que se realice algo que se desea”, es motivadora de aquellos que dirigen cualquier tipo de empresa y los sistemas de salud no son la excepción. 

Los directivos tienen la esperanza de hacer una correcta planeación y organización, además de demostrar liderazgo y acción para lograr los diversos objetivos establecidos. Sin embargo, hablando de los sistemas sanitarios (como en cualquier otra empresa o industria) es frecuente enfrentarse a las “tierras malas”, siendo esta una alegoría a un centro de trabajo cuyo núcleo de colaboradores han transformado su nicho en un sitio poco productivo, incluso estéril, donde sembrar es sumamente complejo y cosechar puede volverse imposible.

Enfrentarse a personajes que perciben cualquier propuesta de innovación o creatividad como amenazas a la rutina, cuya salida más eficiente siempre es un “no” como respuesta, apelando frecuentemente a “no va a resultar” o “se ha intentado antes y se fracasó”, se vuelve sumamente complejo. Esa manutención del status quo es para ellos menester, pues tienen miedo a hacer cosas distintas que impliquen un mayor esfuerzo, ya que son ejemplos vivos de la mediocridad. El boicot a los intentos de implementar un nuevo sello o dar un giro radical a la empresa, suelen ser parte de su comportamiento.

También se vuelve complicado lidiar con aquellos que son “altamente vulnerables” a la crítica constructiva, pues lo consideran como ataque personal o como afectación a sus derechos como trabajador. Siendo personajes negativos, hacen ver que todo está mal y además son muy eficientes en transformar las cosas para dar resultados nefastos cuando algo va en contra de sus intereses. Son generadores de dolores de cabeza en las organizaciones, pues logran distraer la atención de lo verdaderamente importante para que se atiendan sus conflictos, peleas, discusiones e incluso sublevaciones que generan dentro de los equipos de trabajo.

De igual manera es harto difícil enfrentar al colaborador que se ha vuelto un “anti-sistema” artificial, el cual es un inconforme crónico que desafía de manera permanente todo tipo de regla, proceso o código de funcionamiento de una empresa, sin tener un fundamento lógico, racional o incluso ético o moral, quien enarbola una falsa bandera de desafiador de autoridades, cuando simplemente desea satisfacer sus deseos personales.

Pues bien, este tipo de afrentas administrativas, directivas y gerenciales relacionadas con recursos humanos, juegan en detrimento de la esperanza antes comentada. Los procesos se anquilosan, los proyectos fracasan, la motivación se diluye y los objetivos organizacionales (que en el ámbito sanitario son los de mantener el bien más preciado que es la salud y prevenir o tratar enfermedades) no son alcanzables.

Espero que este mensaje mensaje sea útil para todos aquellos que están dirigiendo alguna organización y mencionarles que no pierdan la esperanza (fundamentada en un trabajo duro y ordenado) de poder transformar esas tierras malas en potenciales sitios fértiles y de cosecha de resultados, a pesar de todas las adversidades y vicisitudes que se presenten. Nuestros pacientes y usuarios lo merecen. Que el ánimo no 

decaiga.

 

Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre   

 

 

 

 

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