“Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar a otro”. 

Eduardo Galeano

 

Parece que está de moda que los gobiernos organicen manifestaciones con recursos públicos. La que tuvo lugar en Guadalajara este 26 de noviembre fue particularmente lamentable porque la montó el gobierno de Jalisco para atacar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, una de las instituciones culturales más queridas de nuestro país. 

La FIL Guadalajara se creó en 1987 con la idea de tener una feria como la española Liber, pero que no fuera solo profesional, sino tuviera también presencia de público. Recuerdo las dudas y cuestionamientos. ¿Qué caso tenía tratar de competir con Liber? En todo caso, la Ciudad de México, no Guadalajara, debía ser el escenario. Sin embargo, Raúl Padilla, entonces director del Departamento de Investigación Científica y Superación Académica de la Universidad de Guadalajara, logró convertir el sueño en realidad. 

Padilla era un hombre ambicioso. Fue activista estudiantil y participante en la Federación de Estudiantes de Guadalajara. Coordinó la FIL en 1987 y 1988, pero en 1989 sucedió a Enrique Alfaro Anguiano, padre del actual gobernador, Enrique Alfaro Ramírez, como rector de la Universidad de Guadalajara. Desde la rectoría siguió apoyando la FIL y regresó como presidente tras su gestión como rector. Inclinado a la izquierda, y afín al PRD, apoyó en 2018 la candidatura presidencial de Ricardo Anaya. 

El odio de López Obrador a Padilla parece surgir de esta decisión. El Presidente ha acusado a Padilla de ser un “cacique”, de “poner y quitar rectores”, de dedicar las últimas ferias a atacar su gobierno. El pleito con el gobernador Alfaro Ramírez es más complejo. Padilla ha sido aliado de Alfaro Ramírez en varias ocasiones, pero el distanciamiento ahora ha sido muy fuerte. El Congreso de Jalisco recortó 37.1 millones de pesos al presupuesto de la UdeG para 2023. “Nosotros vamos a apoyar a la UdeG porque somos universitarios”, declaró Alfaro, pero “el presupuesto ya no destina recursos para los negocios de Raúl Padilla”. 

En la inauguración de la FIL de este 26 de noviembre no hubo, por primera vez, ningún representante gubernamental: ni federal, ni estatal, ni municipal. Lo lamento. Me doy cuenta de que la FIL requiere de un subsidio para subsistir, como lo tienen otras ferias del libro, pero esta ha colocado a Guadalajara en un lugar muy alto en el mundo. Más preocupante fue la manifestación, que afortunadamente no llegó a los golpes. El rector de la UdeG, Ricardo Villanueva, declaró en la inauguración: “La FIL Guadalajara es más grande que los delirios de grandeza de cualquier individuo”. 

AMLO se queja de que Mario Vargas Llosa es un invitado constante a la FIL, y eso le molesta, aunque no está presente este año ni desde 2019. También cuestiona que la feria invite a Héctor Aguilar Camín y a Enrique Krauze. No presta atención al hecho de que cientos de escritores son invitados cada año, muchos de los cuales respaldan a su régimen. Es el caso, por ejemplo, de Elena Poniatowska, que este año ha presentado el segundo volumen de El príncipe polaco en una entrevista con Rosa Montero. La FIL siempre ha sido plural. 

No tiene nada de malo que a la inauguración de una feria del libro no asista ningún representante gubernamental. Es, incluso, un alivio. ¿Para qué tener a políticos cuando acuden cientos de los escritores más importantes del mundo? Me preocupa, sin embargo, que el gobernador logre destruir la feria. No sé si Padilla es el villano que dice, pero es claro que ha construido en Guadalajara la feria del libro más importante en español y la segunda en el planeta. Es un logro extraordinario. 

La marcha

Pues sí, el presidente López Obrador mostró su fuerza política y juntó a cientos de miles para respaldarlo. ¿Y qué? Las marchas no hacen que las reformas electorales sean ni mejores ni peores. 

www.sergiosarmiento.com

 

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