Los sistemas de salud solamente funcionan cuando tienen trabajadores. Lo anterior parece una sentencia obvia, pero la realidad es que esta premisa no se cumple en multitud de regiones, siendo imposible lograr disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad en los sistemas sanitarios, al carecer de este recurso básico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para el 2030 habrá una caída sustancial de por lo menos 30 millones de trabajadores calificados del área sanitaria, siendo la pérdida aún mayor en países de bajo y mediano ingreso. Las causas de lo anterior radican en dificultades para la educación, empleo, despliegue de personal y pobre retención laboral.
La subinversión en la educación y entrenamiento de los trabajadores sanitarios y el imbalance de las estrategias de empleo, están generando un desabasto notorio y trascendente de recursos humanos en multitud de sitios y de manera particular afecta al sector público. En este último, la falta de disponibilidad presupuestal y la pobre planeación de plantillas laborales, llegan incluso a generar una paradoja harto interesante: tener trabajadores altamente calificados en subempleo, mientras se coexiste con necesidades de salud no satisfechas.
Esta problemática, si bien es notoria en las diversas áreas del quehacer médico, se ha agudizado en un sector muy particular relacionado al diagnóstico: hablamos de la Anatomopatología y sus disciplinas complementarias relacionadas a histopatología y citopatología.
¿Qué es la Anatomopatología? Pasando de una contextualización coloquial, donde podríamos decir que son los profesionales que examinan tumores o muestras para estudios de cáncer o realización de autopsias, considero mejor utilizar una definición del Colegio Americano de Patólogos, donde podríamos referirnos a ella como una disciplina médica que provee información diagnóstica a médicos y pacientes, con impacto directo y trascendente en el cuidado asistencial, con actividad marcada en el diagnóstico de cáncer y otras enfermedades de carácter agudo o crónico a través de procesos y procedimientos de laboratorio.
Mediante el uso de técnicas macro y microscópicas, inmunológicas, genéticas y moleculares, estos especialistas determinan la presencia de la enfermedad, trabajando de manera conjunta y frecuente con otros profesionales como cirujanos, radiólogos y oncólogos, por citar algunos. No es atrevido decir que por cada especialidad y subespecialidad en Medicina, tenemos una contraparte en anatomopatología, que colabora al correcto diagnóstico, tratamiento y pronóstico de los pacientes.
Pues bien, el desabasto de personal en este rubro del quehacer médico es evidente y cada vez más notorio en nuestro país. “Se dice y no pasa nada”: existe una demanda incrementada de los servicios diagnósticos en esta área que no ha sido empatada con el suficiente reclutamiento de profesionales. Son pocas las unidades médicas que tienen un staff adecuado para atender la demanda asistencial y el rezago es la realidad de multitud de centros.
Esta falta de suficiencia de recursos humanos se transforma en mayores tiempos de espera para una determinación diagnóstica, impactando de manera brutal en los planes de tratamiento de los pacientes y por ende en sus desenlaces clínicos. Es cada vez más frecuente escuchar la frase “aún no tenemos sus resultados”.
Por lo anterior, se vuelve menester el atender esta crisis y volcar esfuerzos en dotar de las herramientas a estos centros de diagnóstico, basados en una mayor oferta educativa y de formación para estos profesionales (residencias médicas y adiestramientos técnicos) y también hacer del ambiente laboral uno más eficiente y flexible con la inclusión de tecnologías de la información y digitalización de procesos, todo lo anterior basado en un financiamiento robusto.
Repito, esto no es tema menor y puedo asegurarle, querido lector, que si no se actúa en consecuencia, se puede presentar un colapso de alto impacto en la prestación de servicios sanitarios. No se puede avanzar, tratar ni curar a las personas sin diagnóstico. Es momento de actuar en consecuencia.
Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre