La próxima salida de los consejeros Lorenzo Córdova, Adriana Favela, Ciro Murayama y Roberto Ruiz, ha sido el pretexto perfecto de Morena para dinamitar al INE. Si bien, nuestra Constitución general establece un proceso limpio, imparcial y con el que se garantice la autonomía de ese organismo, la realidad es que el partido del presidente López Obrador lo está ensuciando.
Por ello, el 13 de diciembre, la Cámara de Diputados aprobó el acuerdo para la elección de consejeros que incluye nombrar a este Comité Técnico de Evaluación. Se establecieron los plazos para su instalación, para la recepción de documentación de aspirantes y la fecha límite para la emisión de las quintetas. Hasta ahí, todo iba bien.
El proceso se empezó a estropear cuando la titular de la CNDH remitió sus dos designaciones. Nombró a una militante y candidata de Morena en Nuevo León, experta en yoga de la risa, María del Socorro Puga Luévano; y a un académico e investigador veracruzano que claramente es afín al régimen y ha sido un crítico asiduo del INE, Ernesto Isunza Vera.
Como es su costumbre, la señora Rosario Piedra ensució el proceso al nombrar incondicionales de Morena en un asunto que debe ser imparcial. Fue gracias a los consejeros ciudadanos de la CNDH que se hicieron públicos los nombres de las dos designaciones que la señora Rosario Piedra hizo esta semana para integrar dicho comité, porque todo lo había hecho en total opacidad.
Contrario a lo ocurrido en la CNDH, el pleno del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, en sesión pública y mediante una votación, decidieron quiénes serían las dos designaciones encargadas de evaluar a los próximos consejeros electorales.
Nombraron a una politóloga, experta en temas de políticas y administración pública, académica, exservidora pública, analista política y con experiencia en materia electoral, Mayte Azuela Gómez; y a un doctor en Derecho, que ha sido durante años investigador y profesor de temas de administración pública, Sergio López Ayllón. 
El gran reto que tienen en la Cámara de Diputados es enorme, habrán de definir a tres personas que sean éticas, imparciales, sin intereses partidistas, autónomas y plurales.
Esperemos por el bien de México que así se haga, con altura de miras y sin subordinación.  
 

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