Por definición, el término generosidad se refiere a una “actitud o comportamiento de la persona generosa”, siendo la actitud una forma de ser y el comportamiento una forma de actuar, es decir, la generosidad se manifiesta de manera objetiva, teniendo un significado de acción.
Si uno busca términos similares, encontrará entre ellos la benevolencia, bondad, benignidad, humanidad, magnanimidad o grandeza, es decir, multitud de adjetivos que denotan cualidades humanas que hacen destacar a quien las posee de una manera harto positiva.
En las organizaciones, incluyendo a las de los sistemas sanitarios, la generosidad es una herramienta, pero también una cualidad y oportunidad para demostrar y ejercer. Las empresas generosas tienen la característica de sostenerse en los pilares del trabajo en equipo, nutren el aprendizaje recíproco, el soporte inter-colaboradores y el esfuerzo. Hacen sentir el valor de la pertenencia a esa comunidad y también hacen saber el impacto que se tiene fuera de la organización. Esta cultura está fundamentada en el respeto entre todos los miembros sin importar posición, rol o identidad personal, siendo ese respeto la capacidad de escuchar, de atender diversos puntos de vista, de priorizar la justicia, evitar la discriminación o segregación y de manera genuina, interesarse por el bienestar del compañero. Estas organizaciones son transparentes y tienen un balance en la distribución de poder, siendo esto lo que les permite tener relaciones mutuas de confianza y diseñar e implementar soluciones que benefician a toda la agrupación.
Una organización generosa fortalecerá el sentimiento de comunidad, lealtad y seguridad entre sus colaboradores, siendo esto lo que incluso permite dar “el esfuerzo extra” para salir avantes de alguna adversidad o conseguir algún objetivo de gran calado. Estas empresas logran superar el esfuerzo “discrecional” (es decir, hacer lo mínimo o hacer lo necesario para no ser penalizado o castigado) para emprender proyectos de crecimiento y mejora continua.
Es por ello que, como mensaje de reflexión para estas fiestas decembrinas, se invita a las organizaciones de salud a apostar por la seguridad física, emocional y financiera de sus empleados. La garantía de todas estas prebendas son las que mantienen el espíritu de colaboración eficiente de los integrantes. La generosidad de las instituciones es la que permite ese compromiso de los empleados con la excelencia, pues demostrado está, que entre más cercano sea el colaborador, mejor tratado sea y se le tome en consideración, las ganancias y resultados aumentan.
Ahora bien, las organizaciones generosas dependen también de colaboradores generosos y es aquí donde se invita a los prestadores de servicios de salud, en todas sus vertientes, a que dejemos de lado la chapucería, el desdén, el desorden, la holgazanería y la corrupción (vicios de los cuales somos todos susceptibles) para emprender, día con día, un camino laboral digno, orientado a satisfacer las necesidades de nuestros usuarios, que en mayor medida son hartamente vulnerables, tal y como son los enfermos. Si bien no debemos de ser ciegos u omisos a las graves deficiencias de los sistemas de salud, habremos de aportar también lo propio y no buscar excusas para hacer nuestra labor lo mejor posible.
Aprovecho el espacio, queridos lectores, para desearles una feliz Navidad. Que la buenaventura los acompañe a ustedes y los suyos.
Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.