En México seguimos sin entender que el éxito es la consecuencia de una larga sumatoria de esfuerzos individuales y de decisiones sensatas que forjen un ecosistema que premie el esfuerzo, y detecte y desarrolle talento. Lo mismo aplica en lo económico o en lo deportivo.
Es curioso que tantos culpen al entrenador del reciente fracaso de México en Qatar. Ni el mejor del mundo resolvería en un par de años nuestra realidad: no tenemos futbolistas internacionalmente estelares porque nuestro futbol es un microcosmos de México. Tenemos una liga profesional mediocre, donde se invierte poco en desarrollar jugadores y detectar talento. El lavado de dinero es común entre equipos profesionales, abunda la corrupción para promover y vender jugadores, y en ésta participan agentes, técnicos, periodistas y medios. Nuestros directivos prefieren llenar estadios en EU, jugando contra equipos hasta hace poco inferiores, en vez de integrarse hacia copas sudamericanas en las cuales mejoraríamos ante competencia superior.
Creemos en soluciones instantáneas sin reconocer cuánto hay que trabajar para mejorar, para ser competitivos y eventualmente cosechar victorias. Pensamos que basta con tener mejor técnico en el futbol, o que llegará un Presidente que de pronto resolverá nuestros males económicos y sociales. Las soluciones reales requieren de décadas de esfuerzo, de plantar semillas hoy, para cuidarlas con esmero, esperando que florezcan. En nuestra liga de futbol se eliminó el descenso, y en lo político se intenta que los partidos pequeños no puedan perder su registro. Ambas medidas garantizan estancamiento y mediocridad.
Por eso, México necesita invertir en educación a todos los niveles. Nuestra educación pública lleva décadas en caída libre. Es ésta la que fomentará movilidad social y es el antídoto a la pobreza. El acceso a educación de calidad no puede depender del código postal donde se nace. Tenemos que darles acceso pleno a las niñas para combatir una sociedad machista y porque la participación de las mujeres en nuestra economía es baja, aun comparada con países en la región. Necesitamos invertir mucho más en investigación, y tenemos que mandar a más jóvenes a estudiar en el extranjero, dándoles incentivos para regresar.
Necesitamos formalizar la economía para dar acceso a prestaciones, a crédito, a ahorro, y a capacitación laboral. Tenemos que condicionar los programas de apoyo para incentivar conductas socialmente constructivas, urge quitarles el tufo clientelar y evitar apoyos en cash. Necesitamos invertir en infraestructura que detone inversión privada e incremente competitividad, construyéndola a partir de licitaciones abiertas y transparentes. Nos urge construir un servicio civil de carrera ofreciendo mejor paga, más capacitación y prestaciones competitivas que lo hagan atractivo para jóvenes talentosos.
Tenemos que recuperar no sólo el Seguro Popular, sino lo que de éste hubiera sido de seguir en la trayectoria que llevábamos. Requerimos de una reforma fiscal que fomente el pago de prediales, para incrementar la transparencia en el gasto público y la rendición de cuentas a nivel local. Necesitamos recuperar nuestro país de las fauces de criminales. Para ello, necesitamos policías civiles, sistemas de inteligencia y una profunda reforma de ministerios públicos y de impartición de justicia. Tenemos que duplicar nuestro presupuesto para seguridad. Si hacemos esto, en algunas décadas veremos resultados. Ni en el futbol ni en la política hay soluciones mágicas.
Nuestros pocos éxitos en lo deportivo ocurren más a pesar de la falta de apoyos, que por estos. Pero nos permiten imaginar lo que lograríamos con un entorno adecuado. Lo mismo podemos decir de las pocas empresas mexicanas de clase mundial, o de nuestros pocos científicos e intelectuales sobresalientes. Sabemos que podemos, pero necesitamos trabajar para alcanzar lo que podríamos.
Que 2023 sea el año en el que juntos saquemos a México de la oscuridad en la que está inmerso. ¡Muy feliz Año Nuevo!