Lo primero es aplaudir al Ejército que ha logrado finalmente la recaptura de Ovidio Guzmán. En el anterior jueves negro, el 17 de octubre de 2019, el hijo del Chapo Guzmán fue detenido también en Culiacán, lo cual desató una ola de violencia que llevó al gobierno a liberar al detenido. El Ejército, sin embargo, no quitó el dedo del renglón. En la madrugada de este jueves 5 de enero volvió a aprehender al narcotraficante, aunque una vez más hubo una reacción violenta. 

Los miembros del grupo Los Menores, o los Chapitos, quizá pensaron que el gobierno se echaría nuevamente para atrás, como en 2019, y liberaría a Ovidio. Pero no. De hecho, la captura de 2019 pareció producto del azar; no hubo coordinación entre la Guardia Nacional y las fuerzas armadas. Ayer, al contrario, el operativo parece haber sido planeado con cuidado. El secretario de defensa Luis Cresencio Sandoval afirmó que fue producto de seis meses de trabajo de reconocimiento y que implicó una labor de coordinación entre la Guardia Nacional y el mando de la Novena Zona Militar de Culiacán. 

El grupo Los Menores respondió con bloqueos y agresiones armadas en Culiacán y otros lugares del estado. Hubo incluso una incursión violenta al aeropuerto de Culiacán, donde un avión de Aeroméxico recibió impactos de bala. Al parecer los criminales querían impedir que Ovidio fuera sacado de la ciudad. El detenido, sin embargo, ya había sido trasladado desde el punto de la detención a la ciudad de México en aeronaves militares. En la capital fue presentado ante la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada, la FENDO. 

La detención de Ovidio confirma que la política de abrazos y no balazos solo existe en el discurso político, ¡y qué bueno! El Ejército y la Guardia Nacional utilizaron, por supuesto, la fuerza para aprehender al capo. En esta ocasión, sin embargo, el gobierno no los traicionó y cedió ante los criminales. Una de las razones por las cuales vimos la explosión de violencia de ayer fue, sin duda, que los criminales interpretaron la liberación de Ovidio en 2019 como señal de que la violencia amedrenta al gobierno. 

El presidente no quiso hablar ayer en la mañanera, o no tuvo información, sobre el nuevo culiacanazo. Los reportes e imágenes de la violencia ya estaban en medios y redes sociales, pero AMLO declaró que no tenía información y que a las 11 de la mañana la secretaria de seguridad, Rosa Icela Rodríguez, ofrecería una conferencia de prensa. Esta se pospuso varias veces; pero, cuando tuvo lugar, la secretaria pronunció un discurso de simples vaguedades políticas. Fue el secretario de la defensa, Sandoval, quien ofreció información concreta sobre la captura. El secretario de marina, el almirante José Rafael Ojeda, estuvo presente, pero no pronunció palabra. Quedó claro que el verdadero responsable de la seguridad nacional es el general secretario. Una vez que este terminó de hablar, los tres funcionarios se incorporaron y se marcharon sin aceptar preguntas. 

El secretario Sandoval no dijo si hubo heridos o muertos. Hasta el momento de escribir este artículo no hay información oficial sobre el tema. Independientemente de esto, sin embargo, es evidente que la Sedena ha conseguido un triunfo importante. Nadie quiere recurrir a la violencia, pero no se puede enfrentar al crimen organizado con abrazos. El Ejército ha demostrado contar con la capacidad para detener a un narcotraficante de la talla de Ovidio Guzmán, tres años después de que recibió órdenes de liberarlo cuando lo capturó por primera vez. 

Protección

Guillermo Sheridan ha pedido protección de las autoridades nacionales e internacionales ante los constantes ataques del presidente. Es muy triste que, en lugar de desmentir la información sobre el plagio de una tesis –que no se puede desmentir porque, al parecer, es fidedigna– el primer mandatario se dedique a acosar a quien la reveló. 

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