La recaptura en Sinaloa de un capo emblemático de nuestra historia reciente, trae a la opinión pública la continuidad o no de la política de nuestro Presidente de “abrazos no balazos”. La valerosa batalla que el ejército mexicano dio contra la delincuencia organizada, mostró no solo el honor que debieron recuperar después del “culiacanazo” del 2019, sino que poderío del Estado siempre es mayor que cualquier organización del mal.
Digo que el debate sobre la estrategia de inseguridad para nuestro País, vuelve a estar presente, porque, el “abrazos, no balazos” del Presidente AMLO, no ha podido reflejarse en cifras concretas. Estamos cerca de los 150,000 muertos y lamentablemente la cifra no disminuye. Por eso, sin duda, la acción del gobierno federal al capturar a una figura emblemática del crimen, incrementará más sus niveles de aceptación y será una base para el diálogo de las tres economías de América del Norte que se reunirán la próxima semana en nuestro País.
Llamo la “vía Bukele”, precisamente a la estrategia que el Presidente del Salvador implementó para acabar drásticamente con el crimen en su País. Aplicar sin miramientos la ley. Bukele, un empresario exitoso, -encumbrado por la plataforma del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), partido con plataforma político de izquierda-, se ha posicionado local y regionalmente por haber decidido declarar un “estado de excepción”, para controlar y acabar con las pandillas que asolaban a su país. Aún cuestionado por organismos de derechos humanos, la experiencia de Bukele es un referente de cómo sacar adelante a un País gobernado por la violencia.
Bukele pidió a los pandilleros que “se entregaran” y “pagaran” por crímenes. Dijo que esa “es la única alternativa que tienen”. No abrazos, sino aplicación de la ley. Estas medidas bajaron claramente la delincuencia en su País. Advirtió recientemente a los miembros de “maras” (cerca ya de 50,000) que aún no han sido detenidos bajo el régimen de excepción, que serán castigados, aunque hoy, las cárceles están llenas. Lo hizo, en tanto trabaja junto con todos los partidos políticos en generar crecimiento y desarrollo económico.
En nuestro País, ha sido una estrategia completamente diferente. Atacar las raíces del problema, sí, pero ofreciendo “abrazos, no balazos”. Hoy, a más de 4 años de aplicarla, lamentablemente los resultados no se han logrado y hoy, las hipótesis se comprueban; siempre que hay una visita de un Presidente o autoridad norteamericana, nuestro País debe mostrar evidencias de que se toman medidas para combatir al crimen organizado y el resultado es la captura de Ovidio.
Lo que vimos estos días, es el enorme poderío militar del crimen organizado y a una sociedad, como la de Culiacán, que tuvo que detener su actividad económica y social, para salvar sus vidas. Confirmamos también el patriotismo de las fuerzas federales y su profesionalismo. Considero que es posible atender las causas del problema de la inseguridad, que es la falta de oportunidades para las mayorías, pero teniendo una posición activa, no pasiva, frente al fenómeno de la delincuencia.
La cumbre de América del Norte no será fácil. Las asimetrías son enormes. Seguramente los Estados Unidos exigirán “mano dura” del gobierno de AMLO contra el crimen organizado, en tanto que nuestro País buscará apertura en la dinámica migratoria. Canadá vendrá a incrementar oportunidades de inversión y a incrementar sus exportaciones. No será fácil, en días en que el Congreso norteamericano no logra acuerdos para sus mayorías parlamentarias.
Es cierto que la solución de fondo a este País tan injusto y dividido, nos deberá tomar años o décadas. Pero ver a niños y a adolescentes en las filas del mal, como los que vimos estos días en Sinaloa, nos debe llevar a acciones más vigorosas como sociedad, para crear más oportunidades y caminar hacia una sociedad más justa. La “vía Bukele” es un buen referente de cómo transitar hacia ese perfil de País donde todos tengamos más oportunidades.