La pandemia COVID nos recordó lo vital de respirar. Supimos de oxigenación y de complicaciones respiratorias y, aun así, parece que olvidamos que debemos exigirlo 10 veces por minuto. Ya en la casa, la oficina o en la calle, aprendimos cómo cuidarnos del aire frío y de los contagios y de la mala calidad del aire. Pero casi nadie hace algo efectivo por mejorar el aire. Los mexicanos somos muy dados a quejarnos y poco a actuar para comprometernos en solucionar el problema. En lo político, en lo social, en lo económico y para amolarla, también en lo ambiental.

Con inversiones térmicas y contingencias ambientales iniciamos el 2023 en este hermoso Valle de Señora, y con el inicio del frío se evidencian más nuestros problemas ambientales. 

Nuestro terruño es hermoso aun con todos sus problemas, pero el tamaño del desafío es enorme. León tiene hoy en el agua su principal restricción en el medio ambiente; migrada de la manufactura a los servicios, la “ciudad de los cueros” tiene enormes “pasivos ambientales” en el agua, en el suelo y en el aire. La problemática ambiental en León es crítica y poco es lo que hemos hecho como gobierno, sociedad y empresas.

Las bajas temperaturas provocan inversiones térmicas que estacionan los contaminantes en la atmósfera y que, junto con las fogatas, se suman a las que siempre provocamos con fuentes fijas (vehículos) y móviles. Además, el comportamiento de los contaminantes que son transportados en el aire, como esquilmos del campo, residuos de chimeneas, salidas de calentadores de gas, dan en conjunto toneladas de bióxido de carbono que provocan al final, enfermedades respiratorias.   

En tanto no haya multas fuertes por incumplimiento de la normatividad, los ciudadanos no obtengamos incentivos fiscales y el gobierno no complemente el esquema de multas con el de premios, difícilmente avanzaremos. Pero como la realidad es percepción y aunque el agua ha ocupado la atención de la ciudadanía por su escasez y contaminación de los mantos freáticos, paulatinamente el aire debería ser ya la preocupación mayor dado el incremento del parque vehicular, la dimensión de la industria -incluidas ladrilleras- y más recientemente los incendios industriales.

Desde hace 10 años, con ayuda de voluntarios estudiantes en medio ambiente hago sondeos para determinar la percepción que tiene la población de León sobre la contaminación del aire. Respecto a la pregunta “¿Cuál de los siguientes problemas ambientales considera que es el más grave de todos?”: “La contaminación del agua” (35%) “la del aire” (25%) “la del suelo” (5%), “la basura” (30%), “ruido” (3%), “contaminación visual (2%), “otros” (0%). Otras preguntas han sido: “¿Considera que la problemática de la calidad del aire en León es”: Muy grave” (35%) “grave” (31%) “preocupante” (25%) “poco preocupante“ (5%), “no nos debe preocupar (3%), lo que muestra que la percepción ciudadana es de un problema que debemos atender.

 En cuanto a las acciones ciudadanas para participar, encontramos propuestas como: reforestar masivamente, denunciar la tala de árboles, incrementar las multas a empresas, cerrar las ladrilleras, obligar a la verificación vehicular, entre otras.

A la pregunta “¿Quién tiene la culpa del problema de la contaminación del aire?”: “Las empresas” (28%) “los automovilistas”, (10%) “el gobierno” (16%), “los ciudadanos” (3%), “todos” (43%), observamos que la percepción leonesa es que todos somos responsables. En lo que respecta a las autoridades en todos sus niveles, se considera que su trabajo para mejorar la calidad del aire es: “Muy malo” (22%), “malo” (32%), “regular” (34%), “bueno” (10%), “muy bueno” (2%); es decir, que se evalúa mal a la autoridad. 

Por último, a la pregunta “¿Qué debería hacerse para mejorar la calidad del aire?” “Nada” (3%), “usar menos el automóvil” (25%), “denunciar hechos” (16%), “leyes más fuertes” (35%), “fomentar el transporte público” (21%). 

Estos resultados nos muestran ya la percepción ciudadana sobre el tamaño del problema. Tendremos mucho que hacer: formar recursos humanos, generar redes de acción, promover leyes, educarnos todos en nuestros hábitos.

Considero que para tener éxito un programa gubernamental se requiere del liderazgo y aceptación social de los funcionarios que conducen los programas, también de la prioridad presupuestal hacia las problemáticas clave (no hay dinero que alcance), de la capacidad del equipo técnico que instrumente. Externamente, depende de la gravedad de los aspectos críticos ambientales a solucionar y de las redes colaborativas para hacerlo realidad. El aire que exigen los pulmones para aferrarnos a la vida, es malo y esto incrementa los riesgos de salud que tenemos en este terruño que queremos sea maravilloso para nuestra descendencia.

 

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