El plagio de una tesis académica no es un hecho inusitado ni en México ni en el mundo, solo que fuera de nuestro país tiene consecuencias que en México están ausentes.

Franciska Geffey puede ofrecer testimonio. Renunció a su cargo como ministra de la familia en Alemania el 19 de mayo de 2021 porque se reveló que había realizado un plagio de su tesis doctoral. La Universidad Libre de Berlín le retiró el título. No había obligación legal, pero Geffey renunció por razones éticas, aunque ha regresado a la política y hoy es alcaldesa de Berlín.

No es el único caso en Europa. La ministra del trabajo de Austria, Christine Aschbacher, renunció el 9 de enero de 2021 después de que se le acusó de plagio. El ministro rumano de educación, Sorin Cimpeanu, renunció el 30 de septiembre de 2022 por el supuesto plagio de un curso universitario. En Hungría, el presidente Pal Schmitt renunció en 2012 por el plagio de una tesis doctoral en 1992, aunque siempre negó que la acusación tuviera fundamento; su decisión se debió también a razones éticas.

En México la situación ha sido diferente. En 2016 el equipo de Aristegui Noticias difundió información que señalaba que el presidente Enrique Peña Nieto había plagiado el 28.8 por ciento de su tesis de licenciatura. La Universidad Panamericana, alma mater del mandatario, reconoció que Peña Nieto usó “ideas ajenas” que no fueron atribuidas de manera adecuada a los autores, pero no canceló su licenciatura. “Se trata -declaró– de un caso sin precedentes en el que no existen disposiciones en los cuerpos regulatorios aplicables a ese procedimiento de titulación”.

Lo mismo ha hecho ahora la Universidad Nacional Autónoma de México en el caso de la ministra de la Suprema Corte Yasmín Esquivel. La FES Aragón, una de sus escuelas, “concluyó” que Esquivel “copió parte sustancial del contenido de la tesis presentada un año atrás por el alumno de la Facultad de Derecho, Édgar Ulises Báez”. Añadió, sin embargo, que “la normatividad universitaria carece de los mecanismos para invalidar un título expedido por la Universidad Nacional, aún y cuando el plagio de una tesis esté documentado”.

Los políticos mexicanos no parecen sentir el impulso ético de renunciar por haber plagiado. Peña Nieto nunca consideró pertinente renunciar, ni lo ha hecho tampoco, hasta el momento, y a pesar de la amplitud de su plagio, la ministra Esquivel. La diferencia es que la licenciatura no es requisito para ser presidente, pero sí para ser ministra.

El propio presidente López Obrador ha reaccionado en esta ocasión. Ayer afirmó que el “plagio es corrupción, es deshonestidad”, y acusó al rector de la UNAM, Enrique Graue, de lavarse las manos “como Poncio Pilatos”. Esta posición dista mucho de la que expresó originalmente, cuando dijo: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Quizá el cambio tiene que ver con el proceso de sucesión en la rectoría de la UNAM.

Muchos mexicanos están libres de pecado y han trabajado con honestidad para obtener sus títulos académicos. La ministra Esquivel ha declarado una y otra vez que no plagió, pero las pruebas que ha presentado, como las declaraciones de su directora de tesis o del plagiado, han caído por tierra. Si viviera en un país europeo seguramente ya habría renunciado por razones éticas, aun cuando hubiese podido seguir peleando por limpiar su nombre. En México, sin embargo, la manera en que se aferra al cargo no solo la daña a ella, sino a la Suprema Corte.

Guardias

Claudia Sheinbaum anunció ayer que 6,060 efectivos de la Guardia Nacional se harán cargo de la seguridad del Metro capitalino. No hay un solo indicio de que los accidentes y descomposturas hayan sido producto de sabotajes, pero Sheinbaum busca proteger su imagen política. militarizando la seguridad del Metro. 

 

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Archivo AM

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