“Cerca de las puertas y dentro de dos ciudades, habrá dos azotes como nunca vio nada igual, hambre, dentro de la peste, por el hierro fuera arrojados, pedir socorro al gran Dios inmortal”.
Estas eran las crípticas palabras que utilizó el famoso Michelle de Nostradamus, que se interpretan como la referencia a las dos bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, iniciando así el final de la Segunda Guerra Mundial.
Vangelia Pandeva (o Baba Vanga), una mujer de origen búlgaro, es conocida también por sus curiosos “pronósticos” que se relacionan con eventos de trascendencia internacional, pues se le atribuye predecir el fallecimiento de Diana de Gales, el accidente nuclear de Chernóbil e incluso la caída de la Unión Soviética.
Estos dos personajes, con esos dones de “adivinación” o “videncia”, muy socorridos en los ambientes de lo esotérico y paranormal, se jactan de tener habilidades de interpretar el futuro por la obtención de información a través de canales de carácter extrasensorial e interpretar señales, detalles y circunstancias que les otorgan esa capacidad de “predecir el futuro”.
Pues bien, en los sistemas de salud, sin ese carácter oculto o místico, existen también los pronósticos o predicciones, que funcionan como herramientas de planeación que apoyan a los administrativos en el afán de lidiar con la incertidumbre que representa el futuro, apoyándose en datos pasados y presentes, así como el análisis de tendencias. 
Es importante reconocer que los planes están basados en predicciones, las cuales dependen en gran medida de información colectada y su procesamiento por técnicas científicas, matemáticas y estadísticas, así como por el tamizaje y enriquecimiento que supone la opinión de expertos colaboradores.
La labor del alto directivo, del administrador, gestor y ejecutor en salud, debe orientarse a analizar y entender problemas, recolectar datos relevantes y analizarlos, para después desarrollar una base sólida de predicción futura, considerando toda esa información disponible, así como la experiencia, para construir futuros probables y actuar en consecuencia. 
En especial, esta construcción debe considerar y prestar mucha más atención a esos escenarios proyectados no favorables para la organización, que incluso pueden ser de carácter catastrófico, para poder reencauzar la trayectoria de manera anticipada, es decir, deben comportarse como los personajes comentados anteriormente y dar aviso de una potencial tragedia, para dar margen de maniobra a la organización y evitar la adversidad.
Desafortunadamente (y esto se vive todos los días en los sistemas de salud, instituciones, hospitales o servicios) aquellos que se ostentan como líderes de las organizaciones sanitarias están en gran medida impedidos para aprender del pasado, interpretar el presente y anticipar el futuro. Lo anterior se agrava puesto que además son necios (apelando a la definición más pura del concepto) pues insisten en los propios errores o se aferran a ideas o posturas equivocadas y además son sordos y no atienden a las perspectivas ajenas. Pueden estar frente a ellos sujetos con predicciones sensatas y advertencias útiles que podrían evitar la hecatombe, y sin embargo ignoran o desechan información valiosa para la preservación del bienestar de la organización.
“Hace falta tal cosa y si no se atiende, puede costar caro”. “Es importante invertir en este proceso, o tendremos problemas”. “Si no se cubre esta posición, nos enfrentaremos a dificultades”. “Apuntalemos este servicio, o tendremos quejas”. Lo anterior son ejemplos de predicciones y profecías ordinarias que suenan todos los días en el ambiente de la salud, las cuales en multitud de ocasiones no son escuchadas y menos atendidas y terminan, algunas de ellas, en verdaderas tragedias.
Menester entonces fortalecer los procesos directivos y administrativos (y a los sujetos que los encarnan) para que puedan ser receptivos a estas premoniciones y que tengan la capacidad de actuar en consecuencia. Es tiempo.

Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre    

 

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