Las primeras semanas del invierno fueron cálidas en los Alpes suizos. En los días previos al inicio del Foro Económico Mundial empezaron a circular fotografías que mostraban escenas con vegetación parduzca para argumentar que el calentamiento global estaba alcanzando las cumbres nevadas como castigo a los ricos que ahí se reúnen cada año. Este domingo 15, sin embargo, empezó a caer una fuerte nevada que pintó de blanco el pueblo. y que en una calle empinada y congelada me hizo rodar por un descuido.

Un Davos pintado de blanco espera ya la reunión que comienza hoy con la entrega de los Crystal Awards a líderes culturales que han tenido también un trabajo excepcional en la conservación del ambiente, la seguridad alimentaria, el cambio climático, la salud mental o la educación.

Este será el Foro más concurrido de la historia, con 2,659 participantes oficiales y decenas de jefes de estado y de gobierno. Pero este año están arribando en total alrededor de 30 mil visitantes, la mayoría de los cuales no tienen acreditación y no participan en las 369 sesiones formales. Su trabajo es promover a sus países o a sus compañías, aprovechando la atención mediática que genera el Foro. Muchos alquilan las casas y locales comerciales de la Promenade, la avenida principal, para impulsar sus mensajes. Todos quieren aprovechar esta reunión y su intensa cobertura en medios. Instituciones como la Organización Mundial de Comercio aprovechan también la presencia de muchos ministros para llevar a cabo reuniones formales.

Hay quien dice que las discusiones del Foro nunca trascienden a la vida real, pero la experiencia nos dice otra cosa. En 1988 los representantes de Turquía y Grecia firmaron aquí la declaración de Davos que impidió una guerra entre ambos que parecía inevitable. En 1990 se llevaron a cabo en el Foro los primeros contactos entre funcionarios mexicanos y estadounidenses que llevarían a la creación del TLCAN. En 1994 Yasir Arafat de la Organización para la Liberación de Palestina y el ministro israelí de relaciones exteriores Shimon Peres firmaron un acuerdo sobre Gaza y Jericó.

Un ejemplo en particular subraya la importancia del Foro. En 1992 se reunieron aquí el presidente de Sudáfrica F.W. de Klerck y el disidente Nelson Mandela, quien en Davos se convenció de que el Consejo Nacional Africano que presidía, y que había de tomar el poder en Sudáfrica en 1994, debía abstenerse de realizar las estatizaciones de la banca, las minas y otras empresas que tenía consideradas en su programa político. Las conversaciones en el Foro “cambiaron mis puntos de vista radicalmente”, contó al periodista Anthony Sampson, quien escribió una biografía sobre él. “Tenemos que cambiar -le dijo a su equipo político-. O mantenemos la nacionalización y nos quedamos sin inversión o modificamos nuestra actitud y obtenemos inversión”. Mucho ayudó a convencerlo Li Peng, entonces primer ministro de China, quien pese a gobernar un país comunista defendió en Davos la inversión privada.

Realicé mi primer viaje al Foro en 1994 y desde 1997 he venido casi todos los años. En todo este tiempo nunca me había tocado un Davos sin nieve. La nevada de ayer impidió que esto ocurriera ahora. Sin embargo, no sé esquiar ni vengo a Davos por la nieve, sino a aprender. Así lo hizo Mandela, quien entendió que, si quería ser presidente de un país con inversión y crecimiento, tenía que evitar las estatizaciones que proponía su partido. Solo una persona que escucha está dispuesta a cambiar de opinión.  

Sin México

Una vez más no hay en Davos en 2023 ningún representante del gobierno federal de México. Sí acude, en cambio, Gustavo Petro, el exguerrillero hoy presidente de Colombia, quien ha entendido la importancia del Foro. 

 

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