Hace como dos meses, mientras hacía fila para entrar al banco, junto a los cajeros automáticos, un chico de unos 10 años estaba simulando ser un delincuente de los que salen en videos del CJNG. Su cara estaba cubierta con un pasamontaña, tenía un pantalón guango con unas botas cortas y de uno de sus hombros colgaba una metralleta. Se movía de un lado a otro mirando hacia los lados como un halcón. Lo acompañaba una joven que cabe la posibilidad fuera su hermana. Ella solo lo veía de reojo emitiendo sonrisas. Le parecía muy gracioso.
Vino a mi mente ese recuerdo cuando vi en las noticias que el futbolista mexicano del Cruz Azul, Julio César “Cata” Domínguez, había celebrado el cumpleaños de su hijo Matías, de 12 años, con una temática de narcos. El festejado y sus amigos portaban armas de juguete y unas gorras encima de un pasamontaña que les cubría el rostro en las cuales se leía la palabra “Chapiza” y otras con iniciales “JGL” haciendo referencia a Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera. Muy contento con el festejo que al parecer lo encontraba divertido, el “Cata” lo presumió en sus redes sociales provocando escándalo en sus seguidores, quienes lo criticaron y acusaron de hacer apología del crimen. Lo grave del problema no es subirlo a redes, sino el hecho de normalizar conductas erróneas y violentas como las de integrantes de cárteles y verlo como algo ingenioso. El mensaje que se envía a los niños es de aprobación a ese tipo de comportamiento y a la par se les presenta como un ejemplo a seguir. En vez de disfraces de superhéroes se utiliza el de personas que dañan a la sociedad.
“El Chapo” ha sido uno de los narcotraficantes más famosos del mundo y hay quienes admiran sus hazañas de fuga. Recordemos que el entonces líder del Cártel de Sinaloa escapó de la cárcel a través de un túnel que conectaba el baño de su celda con una propiedad cercana a la prisión. “El Chapo” recorrió esa distancia en una motocicleta y salió por una escalera que conectaba el túnel con la casa en obra negra, rodeada de cultivos. Aunque haya sido una odisea sorprendente, no debe admirarse positivamente y usar la imagen de un individuo funesto para que sea aspiracional para los chiquillos.
Así también una niña de 13 años festejó su cumpleaños como una “sicaria” en Culiacán. Sus invitados se tomaron la foto con ella atados de manos o con cinta adhesiva metálica en la boca, simulando un secuestro. Los papás pensaron que era muy ocurrente.
Lo que para muchos padres es visto como un juego y diversión, para otros es una realidad. En León, Guanajuato, la Policía ha encontrado a menores escondiendo armas de fuego y envoltorios con drogas en complicidad con sus padres. Involucrar y utilizar a los niños y niñas en delitos es muy grave. Los padres son los responsables de educar a los hijos y de inculcarles buena conducta.
LALC