Primer acto.
Es un montaje. Es politiquería. Prefiero equivocarme con la ministra que darle la razón a los intelectuales, dijo el presidente. Aunque sea verdad, no lo creo, dijo un propagandista del régimen. Es “totalmente falso”, dijo la ministra. Es un complot de los conservadores porque quieren desprestigiar a una mujer que cree en la transformación, dijo el presidente. Todo es una mentira y se va a demostrar. Es un linchamiento mediático. Es un ataque misógino. Es parte del odio dirigido a AMLO. Sheridan “le ha hecho mucho daño a México”. Loret es peor.
Segundo acto.
Bueno, sí hubo un plagio, pero yo no plagié. Yo no copié, me copiaron. “No tengo nada que ocultar”. La ministra escribió la tesis antes, pero la presentó después. Es que son muchas tesis copiadas. Bueno, sí copió, pero poquito. La escribió en 1985, pero tiene citas de 1987. Siempre sí la escribió toda en 1985 y su asesora la compartió. La culpa es de la asesora de tesis. Que las autoridades académicas investiguen y se pronuncien.
Tercer acto.
Bueno, la ministra sí plagió. Y también mintió en sus respuestas cuando se reveló el escándalo. Hizo mal, se equivocó, pero la verdad no es tan grave. “Ojalá y los problemas de México fuesen por plagio”. ¿Quién no comete un error en su juventud? El que nunca haya copiado en un examen, que tire la primera piedra. Son cosas que sucedieron hace más de 40 años. El plagio es lo de menos, lo importante es el espacio en el Poder Judicial. Son cosas que no le importan al pueblo, sólo le importan a la élite. Hay problemas mucho más importantes. La FES y la UNAM se vendieron a los conservadores, se derechizaron. Estuvo mal lo que investigaron y dictaminaron. ¿Por qué no le quitaron el título? Evadieron su responsabilidad y le lanzaron la papa caliente a la SEP.
Epílogo.
El 21 de diciembre del año pasado, el investigador Guillermo Sheridan en reportaje publicado en Latinus, expuso a la ministra de la Suprema Corte, Yasmín Esquivel, por haber plagiado su tesis de Licenciatura para titularse como abogada. Desde ese día, esta ha sido la divertida evolución de las reacciones del obradorato. El recuento los exhibe.
Hoy ya prácticamente nadie duda que la ministra plagió. Hoy el debate es sobre cuál debe ser el castigo (si es que merece alguno) y quién se lo debe imponer. El descaro como política de Estado.
SACIAMORBOS
Un dirigente de partido. Un gobernador. Un alto funcionario de inteligencia. Un integrante de la poderosa familia. Y el fallecido Rey del Huachicol. Todos, engarzados en una investigación internacional sobre tráfico de combustibles en México.