“Vamos a tener un sistema de salud como el que tienen en Dinamarca, como el que tienen en Canadá, porque no es un problema de presupuesto, es un problema de corrupción.”
Andrés Manuel López Obrador, 2019
Un resbalón en una calle cubierta de hielo el domingo por la noche cambió de manera radical mis planes de trabajo en el Foro Económico Mundial. El golpe, al que en un principio no presté mucha atención, terminó por provocarme un agudo dolor e impedirme caminar. El lunes en la mañana tuve que ser trasladado en ambulancia a un hospital en Schiers, en el cantón suizo de los Grisones.
Este accidente me ha impedido asistir personalmente a las presentaciones en el Centro de Congresos de Davos y a las reuniones privadas que tenía agendadas, como una cena con el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, aunque los servicios del Foro me han permitido ver las presentaciones públicas de manera remota. La caída, sin embargo, me dio una oportunidad inesperada: conocer de primera mano el sistema de salud de Suiza.
El presidente López Obrador ha afirmado que quiere transformar el sistema de salud de México en uno igual o mejor que el de Dinamarca. Primero dijo que lo lograría en diciembre de 2020, después movió la fecha a fines del sexenio. No es un mal objetivo. Dinamarca tiene uno de los mejores sistemas de salud del mundo, aunque el de Suiza es tan bueno o mejor.
Lo que le llama la atención a AMLO del sistema danés es su carácter gubernamental, aunque no lo es tanto como cree. Dinamarca tiene un sistema financiado por recursos fiscales. El gobierno establece criterios generales, pero no se mete en la provisión de servicios de salud, como hace el gobierno mexicano con el INSABI o el IMSS. Las regiones danesas tienen hospitales, pero los médicos son profesionales independientes cuyos servicios son reembolsados por el Estado. Hay una cobertura básica universal, pero muchas empresas y personas contratan seguros privados adicionales. Los pacientes pagan muchas veces coaseguros por medicamentos y servicios.
Suiza tiene también cobertura universal, pero privada. Desde 1996 el gobierno estableció la obligación para todos los residentes de contratar un seguro de gastos médicos. Las aseguradoras tienen la obligación de otorgar cobertura básica sin importar el estado de salud de la persona, lo cual evita el rechazo a quienes representan riesgos altos. Los hospitales son privados, al igual que los profesionales de la salud. El paciente puede escoger su hospital y su médico, quienes compiten para ofrecer el mejor servicio.
En mi aventura personal en Suiza, fui trasladado a un hospital por una ambulancia en la que se me aplicó un analgésico por vía intravenosa; pagué por todo 1,500 francos (30,546 pesos). Ingresé a urgencias del hospital sin un minuto de espera y recibí tratamiento, rayos X, medicinas y un par de muletas por un cobro único de 500 francos (10,182 pesos). Regresé al día siguiente, porque mi médico en México pidió una tomografía computarizada, la cual tomaron sin cobrarme nada más. Los 500 francos, descubrí, eran un coaseguro que cubría todo el gasto por ese accidente.
La afirmación de AMLO de que el problema del sistema de salud de México es de corrupción y no de presupuesto ha resultado tan falsa como su promesa de que por decreto tendríamos un sistema como el danés. Su gobierno no ha descubierto ningún acto de corrupción, pero sí ha deteriorado los servicios de salud. En el futuro habrá que hacer una reconstrucción del sistema, pero es tan válido ver como ejemplo a Dinamarca que a Suiza, que ha demostrado que un sistema privado puede proporcionar cobertura universal con altos niveles de excelencia.
Mensaje
Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia de 37 años, una rock star de la política, dijo ayer en Davos: “No sabemos cuándo terminará la guerra, pero tenemos que asegurar que termine con un triunfo ucraniano. Si Rusia gana, mandará el mensaje de que puedes invadir otro país”.