El odio al Foro Económico Mundial une a la ultraizquierda y a la ultraderecha. Este martes, 17 de enero, se llevó a cabo una marcha de protesta en Zurich contra la reunión de Davos. “A, anti, anticapitalista, somos todos antifascistas”, coreaban los manifestantes que portaban pancartas con el lema “Smash WEF”, “Aplasten al Foro”. El 18 de enero, en Estados Unidos, el derechista Tucker Carlson dedicó 10 minutos de su programa de televisión en Fox News para burlarse de los participantes en el Foro, esos “supervillanos” que, a su juicio, quieren “destruir las economías nacionales”. Advirtió: “Todavía están hablando allá. Párenlos antes de que hablen más”. Elon Musk, el controvertido nuevo dueño de Twitter, afirmó este 18 de enero: “El WEF se está convirtiendo cada vez más en un gobierno mundial no electo que la gente nunca pidió y no quiere”.
Una de las razones que hacen posibles los ataques desde los dos flancos es que el WEF, por sus siglas en inglés, es una reunión de gran diversidad en la que participan cientos de oradores con posiciones muy diferentes. Si se identifica a la organización con las posiciones de cada uno de los panelistas, podremos entender que para algunos sea capitalista o fascista y, para otros, izquierdista. En realidad, cada persona que habla en el Foro es responsable de sus propias opiniones. La organización, por otra parte, dista de ser un gobierno mundial: genera ideas, pero no tiene fuerza para aplicarlas.
Si alguna inclinación política exhibe el Foro sería de centro-izquierda. Tanto el fundador Klaus Schwab como el mismo WEF se han pronunciado a favor de políticas que moderen las desigualdades, pero sin acabar con los mercados. La lucha contra el calentamiento global ha sido una de las causas principales de la organización, especialmente a través de su Plataforma para Acción Climática. Dos de las críticas más burdas de Carlson a los “idiotas” que han participado este año en Davos se dirigieron a John Kerry y Al Gore, políticos demócratas estadounidenses reconocidos por su lucha contra el cambio climático. Carlson, sin embargo, prefirió no recordar que en 2018 su admirado Donald Trump habló en Davos contra “los profetas del desastre” que utilizan la excusa del cambio climático para “destruir nuestra economía y arruinar a nuestro país o erradicar nuestra libertad”.
Mi opinión es que en medio de la polarización actual es importante contar con foros en que políticos, empresarios, académicos y activistas puedan intercambiar puntos de vista. Todos vivimos en el mismo mundo. Los insultos y las descalificaciones no pueden ser el único lenguaje para refutar a quienes piensan diferente.
Martin Wolf, economista y columnista del Financial Times, habló ayer en Davos, en una conversación con Fareed Zakaria de CNN, acerca de la “crisis del capitalismo democrático”. Planteó, en un adelanto del libro que publicará en febrero, que la economía de mercado es importante, pero que sus inequidades deben ser compensadas por programas sociales. Lamentó que la insatisfacción con la situación económica haya permitido el surgimiento de populismos que han hecho daño a la población, como en el caso del Brexit. Este es uno de los temas fundamentales de discusión en el mundo y el WEF es el escenario natural para tratarlo.
Las ponderaciones de Wolf acerca de los beneficios y problemas del capitalismo, sin embargo, son imposibles en un ambiente dominado por los gritos de extremistas. No sorprende así que estos repudien al WEF desde la izquierda y la derecha. La discusión inteligente es el mayor veneno para los populistas.
Petro y Nestlé
Gustavo Petro, el presidente izquierdista de Colombia, firmó ayer un acuerdo con el vicepresidente Laurent Freixe de Nestlé para reanudar la producción de café en varias regiones de Colombia afectadas por la violencia guerrillera. Es el tipo de acuerdos que se ven en Davos.
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