La violencia es una forma de discriminación, pero algunas manifestaciones de la discriminación contra las mujeres (como la pobreza, la falta de acceso a la educación, la dependencia económica, la pertenencia a sectores de la población marginados, entre muchas otras) pueden constituir factores de violencia.
La práctica de la discriminación reproduce estructuras desiguales de poder, de exclusión y de rechazo social a determinados grupos en razón de su condición o sus características. Por ello, incide negativamente en el goce del derecho a la integridad personal y del derecho a una vida libre de violencia.
Discriminar quiere decir dar un trato distinto a las personas que en esencia son iguales y gozan de los mismos derechos; ese trato distinto genera una desventaja o restringe un derecho a quien lo recibe. Ahora que se agrava el antisemitismo y actos xenofóbicos que van generando más odio, es necesario hablar sobre la afectación que hace el odio y se puede generar hasta por las redes sociales. Si se menciona discriminación de una minoría, hay que defender porque después vendrá contra ti. Y el origen de esta discriminación es odio, desprecio o ignorancia.
El marco federal en materia de no discriminación se basa, inicialmente, en las disposiciones del artículo 1° constitucional, el cual señala que queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, y en este año se cumplen 20 años de su publicación.
La edad es una de las primeras características que observamos en otras personas.
El edadismo surge cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por atributos que ocasionan daño, desventaja o injusticia, y menoscaban la solidaridad intergeneracional. El edadismo perjudica nuestra salud y bienestar y constituye un obstáculo importante para la formulación de políticas eficaces y la adopción de medidas relativas al envejecimiento saludable, tal como reconocieron los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Estrategia y plan de acción mundiales sobre el envejecimiento y la salud, y en el Decenio del Envejecimiento Saludable (2021-2030).
El envejecimiento poblacional es un reto para las sociedades modernas. La esperanza de vida condiciona un incremento en la población anciana, cada vez es mayor el número de personas que precisan de cuidados. La discriminación por edad o edadismo, es la estereotipificación y discriminación contra personas o colectivos por motivo de edad. Engloba una serie de creencias, normas y valores que justifican la discriminación de las personas según su edad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el edadismo se refiere a la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.
El edadismo puede cambiar la forma de vernos a nosotros mismos, puede menoscabar la solidaridad entre generaciones, puede limitar o subestimar nuestra capacidad de beneficiarnos de lo que pueden aportar las poblaciones más jóvenes y más mayores, y puede afectar a nuestra salud, longevidad y bienestar, además de tener consecuencias económicas de gran alcance. Por ejemplo, el edadismo se asocia a una muerte prematura (en 7,5 años), a una salud física y mental más precaria y a una recuperación más lenta de la discapacidad en la vejez. Según el informe de las Naciones Unidas presentado en 2021 sobre el edadismo, se calcula que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo que empobrece la salud física y mental de las personas mayores
La respuesta para controlar la pandemia de COVID-19 ha mostrado lo extendido que está el edadismo: en el discurso público y en las redes sociales se han estereotipado a las personas mayores y a los jóvenes. En algunos contextos, la edad se ha utilizado como único criterio en el acceso a la atención médica y a terapias que salvan vidas y en el ordenamiento de confinamientos.
El edadismo se filtra en muchas instituciones y sectores de la sociedad, incluidos los que brindan atención sanitaria y social, así como en el lugar de trabajo, los medios de comunicación y el ordenamiento jurídico. El planteamiento sobre cuestiones sanitarias basado únicamente en la edad está bastante extendido, tanto que nos tocó en carne propia durante la pandemia sufrir discriminación.
Todas y todos necesitamos poner todo nuestro empeño y mejorar nuestro conocimiento para eliminar todo tipo de discriminación y sobre todo ésta que se llama edadismo. Porque como te ves me vi y como me ves, si te cuidas, te verás.
¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!
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