Esta historia, aunque ficticia, no deja de ser real, por lo mismo, te pido me acompañes hasta el final.
Riiiiing… ring… riiiiing tres toques fueron suficientes para que Martis tomara el teléfono, eran las 10:30 de la mañana, el sol ya inundaba la casa, mas la luz no era suficiente para opacar el silencio instalado en tanto mueble; a ratos hablaban los trastes que mosqueaban en el fregadero y las camas sin edredones pacientes esperaban un silbido de la secadora para ser acomodadas.
La voz de un joven apurado y muy educado le dijo: ¿Eres tú? Ella sin más dijo: Sí, soy Martis.
– Martis, me dijo la señora que por favor fueras a su habitación y tomaras las tarjetas de crédito que estaban ahí con las chequeras… -¿Las del cajón o las que dejó en la salita?
– Mmm no se acuerda bien, pero apúrale. -¿Traes el inalámbrico?, meloso cuestionó. – No, ¿qué es eso? – ¡Ay! cierto no hay inalámbrico.
Un favorsote mi hermosa, porfa dame el número de tu celular, te voy a marcar, pero deja este teléfono sin colgar, es una emergencia mi Martis.
Ella entrecerró los ojos, no entendía qué emergencia en viernes podrían tener cuando dijeron que se iban todos al zoológico #máscadaquiénsusloqueras. Le dio a la voz del joven su teléfono, su confianza y apoyo; había mucho que lavar. Por eso mientras seguía en el trajín de la casa esperó a que le marcara, quería mantener su saldo intacto.
– ¿Martis? -Sí. -¡Qué bonita! tienes unos ojazos, ya me decía la señora. -Ay joven #deveritaslaseñoraTeysefija. -Claro, mira, escúchame bien, doña Tey te quiere mucho y lo dice a cada rato, #eressusolecito; mmm mira te quiero comentar que mi amiga Lucy estará en la otra línea, checando una bronquita que hay en el teléfono, no lo cuelgues, ¿va? Pero usemos el tuyo, ¿va?
Ella solo expiró un ajá y preguntó con ánimo de acabar. -Tengo también aquí las tarjetas de la niña Paty y las del señor Alex ¿esas también?
– Síííí Martis chula, esas, esas también… -Pero ¿solo las de la mesa de entrada o también las que dejaron en la cama? -Todas mi Martis…¡Todas! -Órale, entonces, dijo la joven y galana voz, ahora despacito me das los números y también el numerito que trae en la parte de atrás. -¿El nip? -¡Sí ese mi Martis! qué buena chica eres, además de súper abusada.
Tardaron diez minutos en vaciar las cuentas de la familia en cuestión y usar en 36 docenas de ocasiones múltiples y generosas compras hasta el límite de las tarjetas. Un fraude, otra vez, se había cocinado con éxito para este pillo.
¿Quiénes desde el penal de “vayaustéasaber” llenaron su cuota de la semana? ¿Sabían quién era la dueña de la tarjeta o acaso la buena de Martis? ¡No! ¿De algo las conocían? ¡Menos! Y la gran pregunta, ¿Martis es tonta? ¡No! ¿Qué hacer en estos casos? ¿Hay forma de prevenirnos, cuando a nosotros mismos nos han sorprendido primos, amigos y hasta vecinos con extrañas peticiones además del Whats, redes y chuchería cibernética? ¡Sí! Prevenir con la capacitación, la comunicación es una buena manera de detener y frenar estos fraudes.
Observar dónde se dejan y se resguardan documentos importantes no es tema de desconfianza, es un tema de responsabilidad. Advertir, señalar, guardar y sobre todo prevenir nos permite ser candidatos menos accesibles, ante estos defraudadores.
Aprender estas lecciones, ponerlas en práctica suele ser menos doloroso que vivirlo. No te dejes estafar, sé cuidadoso y pregunta, pregunta, no des datos a nadie, a menos que lo verifiques…
Recuerda: No todos los que hablan bonito son personas serias, en una de esas te quedas hasta sin sillones. O usted, ¿qué opina?