Lo acontecido el fin de semana en Playa del Carmen, centro turístico por excelencia junto con Cancún, debe considerarse una radiografía exacta de la descomposición que en materia de seguridad está sufriendo la sociedad mexicana ante un Gobierno central impávido, pero sobre todo, inepto para contener la violencia.

Nos referimos, por supuesto, al DEGOLLAMIENTO de CUATRO inspectores de centros nocturnos del lugar, secuestrados por sicarios de algún cártel y ejecutados arteramente vía corte en el cuello, como si fueran los asesinos fundamentalistas del Talibán.

El motivo del barbárico acto es que osaron los inspectores ejecutados revisar un antro bajo la protección de algún cártel.

Obvio, actos tan salvajes como éste demuestran que no hay más ley -ni siquiera en las ciudades que supuestamente deben las autoridades cuidar más- que LA LEY de los delincuentes.

La impunidad con la que actúan los criminales, es decir, el nulo temor que muestran a la Guardia Nacional o al Ejército (que supuestamente vigila nuestros centros turísticos) o a las Policías locales, indica que a su manera de ver las cosas -los criminales- no hay en nuestros PUEBLOS MÁS LEY que la que ellos imponen.

La magnitud de los problemas frecuentemente se exponen examinando el detalle, por lo mismo, el degollamiento de inspectores en un centro turístico pinta con hechos palpables el fracaso que ha sido la MILITARIZACIÓN de México, la táctica de la Cuarta Trastocación de entregar todo a los militares: en el mar, en la tierra y en nuestros cielos.

Los fríos números no mienten y muestran con una claridad pasmosa la inhabilidad de este Gobierno fanfarrón, de mucho ruido y escasas nueces, para ejercer un control real sobre nuestro territorio y en la tarea de imponer un amplio respeto a la ley.

Ya vieron ustedes, estimados lectores, los números: récord en HOMICIDIOS con 112 mil 885 en lo que va del sexenio, y récord también en DELITOS del 2019 a la fecha: MÁS DE OCHO MILLONES.

La IMPUNIDAD de quienes cometieron estos delitos resulta igualmente notable: apenas UNO de cada DIEZ delitos es CASTIGADO en México.

La INSEGURIDAD, la barbarie, la violencia no cuentan con contrapeso alguno.

Expertos que analizaron nuestra situación en México durante el presente Gobierno concluyeron que lo ÚNICO que ha logrado el “Abrazos, no balazos” es CREAR MÁS CÁRTELES.

Actualmente en México operan ONCE cárteles nacionales y TREINTA TRES regionales; ello cuando con Calderón había OCHO grandes y sólo 11 regionales.

Si algo dejaron claro los TESTIGOS criminales, dirigentes algunos de los cárteles principales que operan impunemente en México, como “El Rey” Zambada o “El Grande”, es la profunda y amplia capacidad de corrupción que EXISTE (existía, existe y existirá) en nuestro desamparado México.

El poder CORRUPTOR del narco mexicano es inaudito, facilitado por enormes ganancias y una RED DE COMPLICIDADES que parece no tener fin.

Cuando inició en el tribunal del Distrito Este de Nueva York el juicio contra Genaro García Luna, el señor López se frotaba las manos y salivaba por las fauces pensando en el kilometraje político que le sacaría a las revelaciones de la profunda corrupción que existía en el pasado y antepasado sexenio.

Sólo que el SALPIQUE ha sido parejo, pues abarca a grandes sectores del servicio público, INCLUIDOS MILITARES pasados y presentes.

Claro, Calderón sale mal librado -García Luna declinó declarar y embarrar a más gente-, pero NO ES EL ÚNICO, y ni siquiera de manera comprobable.

Sólo por inferencia: es decir, cómo es posible que no supiera que su principal policía colaboraba con el Cártel de los Beltrán Leyva y con el Cártel de Sinaloa.

Sale peor librado el mismísimo señor López que ORDENÓ que SOLTARAN a “El Chapito” cuando ya lo tenían detenido para cumplir una orden de aprehensión de Estados Unidos.

¡De esto sí hay pruebas y constituye un delito!

Ahora bien, que quede claro, nosotros no defendemos a Calderón, siempre nos cayó más gordo que un becerro en brazos, así que por nosotros que chifle a su máuser, pero el rozón que Edgar Veytia le dio a Calderón es lo que allá llaman “hearsay evidence”, es decir, “me dijeron que dijo”, la cual en una Corte norteamericana equivale a CERO: no se admite porque es “de oídas”.

Pero de la ilegal liberación de “El Chapito” hay -incluso- CONFESIÓN DE PARTE, de manera que lo acontecido en la Corte en Brooklyn equivale a que alguien tome una cubeta, le agujere el fondo, la llene de estiércol de cerdo y luego le dé “REHILETE”: hasta que no paren de desparramarlo (de lo dicho por los testigos pueden surgir nuevos implicados) se sabrá a quién le cayó lodo y a quién no.

Pero por mientras, si algo es SEGURO es que este Gobierno de las Cuatro Tes les ha quedado debiendo a los mexicanos: no los protege para nada ni en su vida ni en sus propiedades.

 

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