Singapur, que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado.
Miguel de Cervantes Saavedra
Bueno, en realidad no lo dijo Cervantes, sólo lo parafraseo y usurpo su santo nombre porque no deja de sorprenderme cómo el embrujo padecido por nuestro gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, por aquella ciudad-estado del sudeste asiático ha cundido de forma tan espectacular en nuestra pequeña élite política que se ha convertido en destino favorito del turismo pagado por el erario de Guanajuato. Porque después de la pandemia, cuando ya se puede viajar con relativa libertad por todo el planeta, parece que no hubieran aprendido que también es posible reunirse de forma virtual y evitar desplazamientos largos, costosos e innecesarios.
El argumento principal es que Singapur tiene muchas cosas que enseñarnos por ser un país del “primer mundo”. Con la mayor renta per cápita de Asia gracias a su desarrollo en pocas décadas favorecido por su estratégica posición y el gobierno férreo de un solo partido -el Partido de Acción Popular- durante toda su historia independiente, Singapur propuso una relación particular entre modelo político y crecimiento económico cuyo éxito, al igual que el de China, sencillamente nos lleva a cuestionar la universalidad y practicidad de la democracia.
Deslumbrados por la espectacularidad de su riqueza, es fácil pasar por alto sus desigualdades, posee el coeficiente GINI más alto de Asia, aun siete puntos mayor que el de Guanajuato. Además de haberse convertido en los últimos años en uno de los países del mundo cuya opacidad financiera, que permiten el lavado de activos y el ocultamiento de ganancias obtenidas de forma ilícita. La organización británica Tax Justice Network (TJN) lo sitúa en tercer lugar en el mundo detrás de Suiza y los Estados Unidos. Curiosamente, su exportación de servicios financieros es 50% mayor a la suiza, más de 30 mil millones de dólares al año.
En esta Disneylandia de la gastronomía y la arquitectura de vanguardia, la pena de muerte se sigue aplicando por delitos como el narcotráfico o el deseo de asesinar a su presidente (el resto de la burocracia sale menos costoso). Los azotes con una vara de madera son una forma de castigo para más de 40 delitos y una medida disciplinaria común en prisiones, reformatorios y escuelas. Aunque hay que reconocer que el uso se ha “modernizado” humedeciendo previamente con antiséptico el implemento de castigo para evitar infecciones y brindarle más elasticidad… También se prohíben actos que son parte de la vida cotidiana en la mayoría de los países del mundo: abrazarse o besarse en público, escupir en la calle, alimentar a las palomas, comer o beber en el metro o mascar chicle. Y no hablemos de libertades individuales: la organización Amnistía Internacional y la Comisión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos reportan de forma regular violaciones a las libertades de expresión, prensa y reunión, así como la discriminación de migrantes y miembros de los colectivos LGBTI+. Sobre esto último, el año pasado apenas se derogó una ley que penalizaba las relaciones sexuales entre hombres con dos años de prisión.
El artífice de la Singapur actual, Lee Kuan Yew tiene una frase muy famosa que resume la política de estado: “Se me acusa con frecuencia de interferir en la vida privada de los ciudadanos. Sí, y si no lo hiciera, si no lo hubiera hecho, no estaría aquí hoy. Y yo digo sin el menor remordimiento, que no estaríamos aquí, no habríamos logrado el progreso económico, si no hubiéramos intervenido asuntos muy personales -quién es tu vecino, cómo vives, qué ruido haces, cómo escupes, o qué lenguaje usas. Decidimos lo que es correcto. No importa lo que otra gente piense.”
Treinta años del PAN en Guanajuato y están tan desorientados que ni siquiera se fijan bien qué modelo seguir. No estaría mal que escucharan a sus gobernados en lugar de dejarse deslumbrar tan fácilmente.
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