Defender los cultivares transgénicos no es un capricho, sino un compromiso”.
Francisco Bolívar Zapata
La Oficina de la Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) pidió a México iniciar consultas técnicas sobre el maíz transgénico. Era de esperarse. Desde diciembre de 2020 el gobierno de López Obrador prohibió la importación del maíz transgénico y el glifosato, el herbicida más popular del mundo. El gobierno de Estados Unidos, cuyos agricultores son grandes productores, advirtió que promovería un panel de controversia por violación al Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Conminó a México a presentar información científica que sustentara la prohibición, pero el gobierno nacional, en lugar de aportar las pruebas, cambió el decreto en febrero de este 2023 para que la prohibición se aplicara solo al maíz para consumo humano directo. Así pretendía evitar la necesidad de presentar pruebas. De nada sirvió. La petición de consultas técnicas es el primer paso para llevar al panel de controversia, en el que, si no hay sustento científico para la prohibición, México podría sufrir sanciones por miles de millones de dólares.
La presión política en Estados Unidos ya es muy fuerte. Varios legisladores importantes han criticado la prohibición. El republicano Jason Smith, presidente del poderoso Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, aplaudió que por fin la representante comercial Katherine Tai haya decidido iniciar el proceso “para proteger a los agricultores estadounidenses y a las comunidades rurales”. El presidente del subcomité de comercio, Adrian Smith, afirmó que “debemos hacer que nuestros socios comerciales respeten sus compromisos”. Tai declaró este 6 de marzo: “Las políticas de México amenazan con interrumpir miles de millones de dólares en el comercio agrícola y sofocarán la innovación que es necesaria para abordar la crisis climática y los desafíos de seguridad alimentaria si no se abordan”.
Si bien López Obrador ha afirmado que impulsó la prohibición por razones de “salud”, su gobierno ha sido incapaz de presentar pruebas sobre los supuestos daños del maíz transgénico. La Secretaría de Economía informó en un comunicado que demostrará “con datos y con evidencia que no ha habido afectación comercial”, pero no que buscará demostrar los daños a la salud. Hubiera sido una tarea imposible.
Desde hace décadas millones de personas y animales han consumido maíz y otros alimentos genéticamente modificados. A pesar de que estos productos han sido sometidos a más pruebas que cualquier otro, no se ha encontrado un solo caso de daños a la salud. El libro Transgénicos, coordinado por Francisco Bolívar Zapata, el científico mexicano más reconocido en la biotecnología, ganador del Premio Nacional de Ciencia y del Premio Príncipe de Asturias, señala: “Es importante que la sociedad y la opinión pública tengan claro que los organismos transgénicos se utilizan en muchos países desde hace más de 35 años sin haber causado daños a la salud, ni efectos negativos sobre el medio ambiente o la biodiversidad. Por el contrario, existe un conjunto amplio de reconocidos beneficios para múltiples usuarios, en particular para los agricultores que cultivan plantas transgénicas”.
No sorprende que el gobierno de López Obrador no haya podido presentar pruebas para demostrar los daños a la salud del maíz transgénico. Ningún estudio científico ha podido hacerlo. La prohibición han sido consecuencia de prejuicios políticos. El problema para el gobierno de México es que el prejuicio no es una causa justificada en el T-MEC para prohibir los productos de otros países signatarios.
Matamoros
El secuestro de cuatro estadounidenses en Matamoros, dos de los cuales fueron asesinados, complica aún más la relación de Washington con México. La política de abrazos y no balazos no está convenciendo a los políticos de Estados Unidos.
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