He preguntado a varios amigos, he tratado de indagar en archivos y fotografías de familiares, desde cuándo o en qué años se llegó a celebrar la Feria de León del 20 de enero, en el Parque Hidalgo, o qué eventos y cuáles instalaciones se desarrollaron ahí.
No he encontrado con certeza esa información, pero en el libro conmemorativo de la historia de la Feria de León, denominado “León. Nuestra Feria”, promovido por el Patronato de la Feria Estatal de León y Parque Ecológico 2013-2016, localicé varios datos que nos remontan a los años de 1955 y hasta 1961, donde año con año la Feria se organizaba en eventos e instalaciones ubicadas en distintos rumbos de la ciudad.
En las páginas 78, 79 y siguientes del libro mencionado, en una sección denominada “Un evento disperso”, se relata que si bien hasta 1962 no hubo un espacio adecuado y exclusivo para asentar las instalaciones de la feria anualmente, cuando ya se contó con los terrenos actuales, se tenía que cambiar de sede constantemente.
Fue así como los juegos mecánicos y algunas instalaciones de comercio se concentraban en la gran avenida, en la calle Miguel Alemán, y se utilizaban terrenos del Parque Hidalgo; “en algunas ocasiones, en este parque se habilitaba un tapanco como espacio para espectáculos del Teatro del Pueblo”.
Otras exposiciones como la industrial y la comercial se llegaron a montar en lo que eran las instalaciones de la antigua Prevocacional (antes de que fuera en parte derruida para el Blvd. López Mateos) que abarcaba desde la calle 20 de Enero hasta la Aquiles Serdán, y algunas otras también se instalaron en el Parque Hidalgo “antes llamado Parque Manuel González”, porque no tenían un lugar fijo o definido, hasta que la parte comercial o “Feria del Hogar” se organizó por el señor José Abugaber Sara en 1961 en lo que era la escuela Eufrasia Pantoja.
Las competencias deportivas o juegos organizados por la feria se realizaban en los terrenos que hoy se conocen como Jardines del Moral. Otros espacios habilitados como salones o auditorios para los festejos en distintos años fueron el Teatro Doblado, la Arena Isabel, el cine Hernán, el cine León, el patio de la Presidencia Municipal, el Club de Leones, el lienzo charro “Los Paraísos” antes de su construcción de mampostería en donde se derrumbó un tapanco improvisado para el público, resultando varios heridos.
Aunque casi todas las ceremonias de coronación de la reina de León que cobraron regularidad anual a partir de 1943, fueron en distintos salones y recintos cubiertos, recuerdo que a fines de los años 50 una de ellas se realizó en un gran tapanco que se instaló precisamente en el Parque Hidalgo, en la zona que está frente a la gasolinera de ahora en el Blvd. López Mateos, dando la espalda a ésta, donde había una tienda para muebles y una vinícola.
Algunos años de mi infancia transcurrieron en esta área del Parque Hidalgo, donde aparte del tapanco principal que hacía las veces de foro para el Teatro del Pueblo como ya lo dijimos, había otros con terrazas con nombres de marcas de cervezas y se instalaban mesas y realizaban eventos artísticos con orquestas y grupos para bailar, además allí se instalaban los comercios para la venta de objetos para trucos, magias y juegos de destrezas, bromas y vaciladas; también el juego de lotería y las mesas con la caja de dados con las figuras de lotería para apostar a las figuras favoritas; unas áreas para exhibición de payasos de la época con shows cada hora, y los clásicos fotógrafos con su cámara fija y sus figuras de pasta: un caballo pinto grande para montarlo y posar y caballos pequeños tipo pony para los niños; llegaron a exhibirse ahí los voladores de Papantla que ya venían participando años atrás.
En otros años por urgencia o necesidad de que algunos juegos mecánicos no alcanzaron lugar ni en los campos de la avenida Miguel Alemán ni en los campos Azteca y Apolo, por el rumbo aledaño a Los Paraísos, recuerdo en el Parque Hidalgo algunos juegos como las sillas voladoras, la rueda de la fortuna, el carrusel y el trenecito, por supuesto los más elementales. Todo aderezado con sonido a través de bocinas con tipo trompeta y música de moda: “Era un bikini amarillo, con lunares diminutos…”
Los niños generalmente siempre iban con sus papás, pero en el caso personal y de algunos otros amigos, como vivíamos en ese rumbo y cercanos a ese parque, íbamos solos de tal manera que disfrutábamos más, con libertad y flexibilidad de horario durante los días que duraba la feria en nuestro entorno.
Me congratulo de haber disfrutado de ese gran parque emblemático de nuestra ciudad y haber promovido la publicación de este libro comentado, durante mi experiencia como miembro del Consejo del Patronato de la Feria de León durante algunos años.
MTOP