El viernes pudimos ver muchas cosas en la mañanera. El presidente López Obrador llega entusiasmado con un llamado de “¡Ánimo!” a los periodistas que lo esperan para la conferencia de prensa.

Viste un elegante traje azul con raya de gis, camisa blanca y corbata roja. Su conjunto es parecido al que llevan los tradicionales y conservadores banqueros neoyorquinos. Aunque lo han criticado porque sus trajes no le quedan bien, en realidad viste con sobriedad, y podríamos decir, cierta elegancia. Su peinado es impecable y sus manos y uñas son pulcras y cuidadas.

Pregunta si vieron lo del túnel, ese por el que se fugó “Guzmán”, algo parecido al de una película. Lo compara en fotos con el túnel que tenía Genaro García Luna en su búnker. Cambia la conversación y dice que “mejor vamos a hablar de otras cosas”.

Temas más alegres como el beisbol. “Miren, va a jugar la selección de México de beisbol, vamos a enfrentar a nuestros hermanos de Colombia”.

Después de dar pormenores de los encuentros beisboleros, hace proyectar el fantástico juego del pitcher mexicano Fernando Valenzuela, de los Dodgers de Los Ángeles contra los Yanquis de Nueva York.

Corre el film donde el Presidente hace las veces de presentador, donde exalta los valores del llamado “Toro” Valenzuela para ganar el juego hace tres décadas. Dice que veamos “imperturbable, sin nervios, tranquilo a Fernando Valenzuela… sereno, tranquilo”. Agrega que “salió adelante, así vamos a salir adelante…”.

Al terminar el arranque deportivo de la conferencia, ocho manos se elevan para preguntar, para abrir las preguntas de las y los periodistas. Sobresale una mujer vestida de traje sastre amarillo. Es una isla de luz rodeada de vestimentas grises, oscuras y sobrias.

Pero antes de seguir, López Obrador envía saludos al presidente Gustavo Petro de Colombia, después de elogiar su lucha por la justicia y la democracia. Habla de García Márquez como el mejor escritor de la lengua castellana, de “la Pollera Colorá y los ballenatos”. Luego dice “mujeres”, refiriendo la preferencia por quien debe iniciar las preguntas.

La periodista de amarillo atrae la atención y es seleccionada para el arranque.

“Nayeli Roldán de Animal Político”, se presenta la periodista. Comienza por citar un trabajo de “Animal Político, R3D, Artículo 19, Carmen Aristegui y Proceso”, donde publican documentos oficiales filtrados en los “Guacamaya leaks”, del hackeo al Ejército Mexicano donde la Sedena realizó espionaje a civiles en actos ilegales.

Pregunta a AMLO, “¿usted fue informado, lo autorizó?”.

El Presidente comienza un largo discurso donde afirma que se tiene que hacer investigación “que no es espionaje”. Asegura que está enterado y que el Instituto de Inteligencia del Gobierno hace investigación que no es una ilegalidad. “Inteligencia para no usar la fuerza”. Luego descalifica a los medios: acusa que Animal Político está contra ellos al igual que Proceso y Aristegui.

La estrategia de la conversación está planteada. El Presidente da base por bolas a la pregunta específica y va directo a la persona, a la descalificación de los medios que publicaron la investigación. Indirectamente trata de “ponchar” a la periodista Nayeli Roldán con un ataque ad hominem (a la persona) y no ad rem, (al tema), una de las tácticas más socorridas en los debates públicos fundadas en emociones, falacias y no en la realidad.

Lo que sigue es lo sorprendente. (Continuará)

Por cierto, escribir puede ser difícil, dejar de hacerlo es casi imposible. 

 

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