Al presidente López Obrador le llegó la sorpresa como una bola de nudillos bien lanzada por “El Toro” Fernando Valenzuela. Nayeli Roldán, periodista de Animal Político, le preguntó si podría llamar al general Audomaro Ramírez para que explicara por qué en el Ejército habían espiado a civiles.

Al principio de la mañanera del viernes, el presidente estaba de buen humor porque todo lo que rodea al béisbol lo anima. Describió la calma del pitcher mexicano frente a los grandes en las ligas mayores:  “imperturbable, sin nervios, tranquilo…sereno, tranquilo”.

“Salió adelante, así vamos a salir adelante…”.

Todo cambió con la  petición de que, como comandante supremo de las Fuerzas Armadas si podría hacer que el general Audomaro “viniera a este espacio para justamente explicarnos la base legal de este espionaje, la compra de Pegasus, que tampoco han transparentado de los contratos y que pudieran hacer uso de esta tribuna para la rendición de cuentas”.

El Presidente se enfadó y dijo que no había necesidad que “nosotros informamos, hoy mismo vamos a través de Jesús a dar a conocer todo lo que ustedes están solicitando”.

Nayeli insiste: ¿Por qué no podría venir, presidente, el general?

El Presidente: porque no es a partir de lo que a ustedes les conviene, que son contrarios a nosotros.

Nayeli: Pero esta tribuna es para la sociedad.

López Obrador contestó con enfado, sin la serenidad de Valenzuela, “ustedes no van a poner la agenda”.

Nayeli ofrece dejarle las pruebas del espionaje, siempre con voz serena y educada, hace referencia a los hechos y luego saca un bat para colocar un jonrón. Se dirige, ya no al presidente sino a toda la audiencia. Deja de lado el diálogo con el hombre más poderoso del país para explicar:

“Y, bueno, nada más para recordar a la gente que nos ve que el periodismo sirve a los ciudadanos y que nosotros publicamos pruebas”.

Desbordado, el presidente comienza a poner calificativos y a clasificar a Nayeli y su medio como “pieza clave de ese grupo conservador, corrupto, que le hizo mucho daño al pueblo de México y a la nación”.

La educación y buenos modales de Nayeli prevalecieron durante toda la entrevista que duró 45  minutos. Nunca cambió el tono de voz, permaneció parada, no perdió jamás la amabilidad ni se ofendió o hizo víctima, ante los insultos implícitos de López Obrador por participar en un medio “corrupto” a juicio del Presidente.

Al finalizar la entrevista, Nayeli sacó su segundo bat jonronero cuando se dirigió nuevamente a la tribuna y no al entrevistado:

“Y, bueno, nada más, nuevamente para la gente que nos sigue en esta transmisión, sólo recordarle que R3D y Artículo 19, fueron las organizaciones que dieron a conocer en el sexenio de Peña el espionaje que hizo el presidente Peña, que Animal Político publicó la Estafa Maestra y las empresas fantasma de Duarte, y también que Proceso y también Aristegui han hecho diversas investigaciones en sexenios anteriores”.

Al final la elegancia: “Y, bueno, nada más agradecerle el espacio, presidente, y, por supuesto, dejarle las pruebas de lo que publicamos. Muchísimas gracias”.

Luego nos enteramos, por una entrevista con Azucena Uresti, que a Nayeli le quisieron quitar el micrófono durante la entrevista pero no lo permitió. La quisieron desarmar, quitarle el bat y la manopla, dejarla fuera del juego.

Esta entrevista será recordada como una impecable muestra de buen periodismo: firme, educado, consistente y persistente. Es un ejemplo que puede llevarse a las mejores universidades de periodismo. Un gran ejemplo. 

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