El legendario exfutbolista Gary Lineker tiene tres reglas antes de enviar un tuit: uno, nunca lo hace si ha tomado alcohol; dos, no tuitea si está enojado; y tres, si al releer el tuit antes de enviarlo tiene un uno por ciento de duda, no lo hace. Así se lo dijo en una entrevista al incisivo periodista Ros Atkins de la BBC.

Pero no sorprende que Lineker, quien es un comentarista deportivo “freelancer” y que aparece en la BBC desde 1999, se haya metido en un lío por un tuit que escribió en defensa de los inmigrantes. Lo que pasa es que el excapitán de la selección inglesa suele dar a conocer su opinión con mucha libertad en las redes sociales. Así que cuando el conservador gobierno británico anunció nuevas medidas para evitar la llegada de barcos pequeños con inmigrantes a sus costas, Lineker soltó este tuit: “No llegan tantos. Aceptamos menos refugiados que otros países europeos. Esta es una política inconmensurablemente cruel dirigida contra la gente más vulnerable, en un lenguaje que no es distinto al usado por Alemania en los años treinta.”

Poco después, Lineker fue suspendido por violar la política de “debida imparcialidad” de la BBC y no lo dejaron participar en su programa deportivo del fin de semana (“Match of the Day”). Varios de sus colegas de la BBC, en solidaridad, decidieron no participar tampoco y, por lo tanto, la empresa tuvo que producir un programa con menos personal al aire.

Las guías de imparcialidad de la BBC son muy extensas y, sin duda, son más estrictas que las de la mayoría de los medios de comunicación. En una de sus cláusulas dice que “las audiencias no deberán determinar, de la programación de la BBC, la opinión de sus periodistas y presentadores.” Y luego añade que ellos “no podrán expresar puntos de vista personales en asuntos públicos…incluyendo blogs personales y redes sociales.”

El primer problema que enfrentó la BBC es que Lineker no es un empleado de tiempo completo de la empresa sino un “freelancer” al que contratan para programas específicos. Hay todo un debate sobre si las reglas de imparcialidad de la BBC se pueden aplicar a él o no. Lo otro es que él participa en programas deportivos, no de noticias. Y finalmente, que Lineker siempre dice lo que quiere.

Tras una semana de discusiones y de acusaciones a la BBC de que estaba cediendo ante las presiones políticas del gobierno conservador, se le permitió a Lineker regresar a su programa deportivo. Mientras tanto, la corporación pública británica busca una solución a un problema que comparte con todas las salas de redacción del mundo: ¿qué pueden tuitear y qué no deben tuitear los periodistas?

Las redes sociales han transformado el periodismo. Nadie espera ya un noticiero de televisión en la noche o el periódico de la mañana para enterarse de lo que pasa en el mundo. La regla de oro sería que los periodistas tratáramos a las redes sociales con el mismo cuidado, profesionalismo y valores éticos que cuando salimos o escribimos en un medio de comunicación. Pero no todos lo hacen y, a veces, es imposible lograrlo en 280 caracteres o en un minuto de video.

La realidad es que muchos periodistas consideran a sus redes sociales (Instagram, Twitter, Facebook, YouTube, TikTok…) como plataformas personales, no corporativas. Después de todo, muchas veces llevan nuestro nombre. Hay grandes periodistas en las redes sociales que cuidan fielmente su credibilidad y sus fuentes. A ellos son a los que sigo. Pero también es cierto que, con frecuencia, usamos nuestras plataformas para dar opinión, comentarios y hasta para mostrar los detalles más íntimos de nuestra vida personal. Y ese es el tema central de esta discusión.

Además de informar con precisión y veracidad, nuestra principal responsabilidad social como periodistas es cuestionar a los que tienen el poder. Para eso sirve el periodismo. Entonces nuestra tarea debe ser esa – cuestionar el poder y reportar la realidad tal y como es – tanto en las redes sociales como en los medios tradicionales de comunicación.

No hay duda, por ejemplo, que Cuba, Nicaragua y Venezuela están gobernados por dictadores. O que políticos de ultraderecha en Estados Unidos han dicho cosas racistas y antiinmigrantes. Y en esos casos hay que tomar postura. Cuando se trata de racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, violación a los derechos humanos, dictaduras y la destrucción del medio ambiente, el trabajo periodístico es reportarlo, cuestionarlo y denunciarlo.

Por eso, creo que Lineker tuvo razón al denunciar las nuevas medidas antiinmigrantes en Gran Bretaña. No importa que sea un comentarista deportivo o “freelancer.” En el fondo es un periodista y, cuando percibió una injusticia, la criticó.

Admiro profundamente a la BBC. Cuando era muy joven y me iniciaba en la radio en México, intenté irme a Londres para trabajar con ellos. Y aunque el esfuerzo no prosperó, tengo un enorme respeto por sus prácticas y su periodismo. La BBC es un referente periodístico mundial y sigo en las redes y en la radio a muchos de sus extraordinarios periodistas.

Y mientras la BBC estudia cómo regular o liberar el uso de las redes sociales para sus periodistas – y prevenir así otra crisis como la ocurrida con Lineker – yo sigo con mi regla de solo tuitear o postear aquello que podría defender públicamente o por televisión … y respirar 60 segundos antes de apretar la tecla de envío.

 

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