El 16 de marzo, padres de familia, vecinos y amigos de Norma Lizbeth, la adolescente de 14 años que tres días antes había perdido la vida a consecuencia de la golpiza que recibió de manos de una compañera de escuela, bloquearon el acceso principal a San Juan Teotihuacán para exigir que la agresora fuera detenida: “¡No más bullying! ¡No más bullying!”, gritaban.

Precisamente a esa hora, en el Cetis 141, ubicado en la misma localidad, era grabada la agresión que otra adolescente, de nombre Andrea, recibía por parte de una compañera que la esperó, la sorprendió por la espalda, la tiró al piso y la golpeó en la cabeza y el rostro con verdadera saña.

Mientras unos pedían parar, a unos metros la violencia escolar se desataba.

El video de la agresión a Norma Lizbeth, difundido en redes sociales, es estrujante por varias razones. Norma fue golpeada innumerables veces con una piedra, mientras sus compañeros reían a carcajadas y alentaban a la agresora, Azahara Aylin, a pegarle en el rostro. Todo ocurrió a unos pasos del plantel. Ninguna autoridad escolar apareció.

Norma Lizbeth vivió cerca de 20 días, durante los cuales su salud se deterioró. Sintió náuseas una noche, vomitó a la mañana siguiente y llegó a la clínica sin signos vitales. Una de sus compañeras describió el horror que la pequeña había vivido en la secundaria 0518, anexa a la Normal de Teotihuacán:

“Hablaban feo de ella, le ponían apodos, le aventaban cosas cuando llegaba al salón, vivía enfrentando muchas cosas feas”.

La razón de esto era su color de piel.

Su caso hizo que historias semejantes salieran hasta de las piedras, a lo largo de escuelas repartidas por todo el país.

“¡Ya agárratela bien! ¡Ya, chinga su madre!”, gritan alumnas de la secundaria Nicolás Bravo, de Zumpango, Estado de México. Se trata de un video dado a conocer el 20 de marzo, unos días después del deceso de Norma. Una alumna tira a otra del cabello, la derriba, y luego la golpea en la cara, con el puño cerrado, durante cerca de un minuto. La única respuesta de quienes observan es la risa: “¡Madres! ¡Verga!”.

Al día siguiente, 21 de marzo, se dio a conocer otro video igualmente brutal. En el Cetis 132 de Santa Cruz Guadalupe, en Chiautempan, Tlaxcala, un adolescente es golpeado por tres muchachos que lo derriban y, una vez en el suelo, lo patean repetidas veces en la cabeza hasta que descubren que está inconsciente, luego de lo cual echan a correr.

En Aldama, Chihuahua, una madre denuncia el 19 de marzo el acoso, la violencia verbal y física que dos gemelas –Hana y Ashley—, alumnas de la secundaria 3017, han desatado sobre su hija, a la cual, incluso, han azotado contra el piso.

La publicación en Facebook tiene el efecto de una bola de nieve: otras madres se deciden a denunciar el clima de violencia que se vive en la secundaria, sin que exista intervención alguna por parte de las autoridades escolares.

En Tamaulipas, la Secretaría de Educación del estado admitió que acababa de documentar tres casos de bullying en escuelas de Ciudad Victoria, Tampico y Matamoros.

En la junta auxiliar Romero Vargas, perteneciente al municipio de Puebla, se difundió el suicidio de un alumno de 17 años, Aldo Antonio, quien en el bachillerato vespertino “Octavio Paz”, recibía burlas, maltrato, exclusión y malas calificaciones por parte de una maestra de Cálculo Integral. El acoso llegaba al punto de que la docente le enviaba mensajes de texto los fines de semana, para presionarlo.

Aldo perdió el sueño, comenzó a sufrir dolores de cabeza y ataques de ansiedad. A pesar de las quejas de los padres, la maestra, Hada “N”, no fue reconvenida ni investigada.

En los días en que ocurrió el deceso de Norma Lizbeth, en San Juan de Teotihuacán, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México reveló que había recibido, a lo largo de 2022 y en los primeros meses de 2023, 483 quejas por casos de bullying en escuelas: solo este año se habían admitido 93.

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, levantada en 2021, en México, el 32.3% de las mujeres menores de 15 años han sufrido violencia en el ámbito escolar.

Las quejas reportan golpes, patadas, pellizcos, escupitajos, empujones, gestos, señas obscenas, y todas las formas de la burla, el desprecio y la exclusión.

Ayer, el magistrado presidente del Poder Judicial del Estado de México, Ricardo Sodi Cuéllar, anunció que Azahara Aylin, la agresora de Norma Lizbeth, podría alcanzar una sanción de hasta cinco años.

Las huellas del bullying, esa otra epidemia de México, no desaparecen jamás. En un país absorto en su violencia, tuvo que venir un video atroz a recordárnoslo.

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