Vivimos en una sociedad cuyos recientes cambios demográficos, sociales y culturales han puesto en contacto a personas de múltiples culturas, lo que ha evidenciado la necesidad de optimizar las habilidades profesionales adecuadas para la comunicación y la interacción intercultural de la ciudadanía. 

De acuerdo al artículo segundo de la Constitución la Nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.

La realidad multicultural que caracteriza el siglo XXI tiene una especial influencia en el contexto profesional de las y los educadores sociales por tratarse de una profesión de contacto con personas y colectivos diversos

Se requiere la interculturalidad como un proyecto político y un principio pedagógico que promueve la igualdad de oportunidades y la óptima cohesión social, y por tanto, afecta a toda la comunidad, porque la presencia, encuentro y diálogo en el contexto escolar entre las distintas culturas y grupos sociales, constituye una oportunidad para despertar en todo el alumnado la curiosidad, el conocimiento, el respeto y la aceptación de cada una de las culturas y grupos a los que pertenecen, y por generalización, las del resto. Lo anterior implica un compromiso ético de transformación para facilitar la comprensión, el entendimiento mutuo y la construcción conjunta de sociedades más democráticas y equitativas.

El mundo se ha achicado, ya que ahora se vive una gran movilidad entre países; es común que las y los estudiantes se muevan dentro de diferentes países para completar su educación, además se presenta fuertemente el fenómeno de la migración, que aunque siempre ha existido, ahora es pan de cada día.

Con el término multiculturalidad se alude a una categoría meramente descriptiva que se refiere a la coexistencia de distintos grupos nacionales o étnicos diferenciados en un mismo territorio. Es decir, por multiculturalidad se entiende el reconocimiento de un hecho social: la existencia de muchas y diversas culturas en un mismo contexto. Las sociedades contemporáneas son “multiculturales de hecho”. Esto frecuentemente reviste connotaciones sumamente negativas, que desafortunadamente incluyen formas de desvalorización de las diferencias culturales.

La diferencia entre las personas puede ser entendida como algo positivo, como una riqueza, o como un problema o déficit. La desigualdad es concebida como aquellos procesos que establecen jerarquías en el saber, el poder o la riqueza de las personas o colectivos. Cuando esa diferencia desemboca en conflictos donde se pretende excluir hablamos de desigualdad.

Si bien en los centros educativos se ocupan por la formación de futuros profesionales que contribuyan con el desarrollo de la región donde se ubica y del país en general, preferentemente desde la mirada del profesionalismo, no debe cerrarse la posibilidad de una formación desde una perspectiva integral y humanista. La sociedad no requiere solamente excelentes profesionales, sino también, excelentes individuos, y si esta sociedad tiene características multiculturales, la lógica es que los educandos reciban una formación acorde a dicha realidad.

Es necesario que la educación, como proceso dinámico e interactivo, ofrezca alternativas pedagógicas al modelo monocultural, y que además de responder a la complejidad sociocultural, fomente la inclusión y la cohesión social, aunque hoy observamos dificultad para percibir la multiculturalidad, no sólo como dato de la realidad, sino como riqueza y posibilidad de crecimiento para todos y todas.

Necesitamos reconocer la interculturalidad no como déficit, sino como riqueza; de hacerse cargo del complejo momento socioeducativo presente y de responder a sociedades abiertas al cambio con competencias pedagógicas interculturales orientadas a la equidad.

La conciencia intercultural es algo que se puede adquirir, por lo tanto, tiene que ser desarrollada a lo largo de la formación tanto en familia como en escuelas y sociedades.

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

manuelramos28@gmail.com

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *