Este domingo, el Colectivo Amor por los Desaparecidos recibió el informe de una osamenta que acababa de ser hallada en un paraje de Reynosa, Tamaulipas, conocido como La Artesita.

Madres buscadoras se dirigieron al lugar armadas con palas y picos, y luego divulgaron en redes sociales una foto aterradora. Los restos de dos piernas que tenían puestos aún los calcetines y los tenis.

Un golpe brutal de vida junto a un golpe brutal de muerte.

Al lado de los restos había un cráneo con la dentadura completa: una historia de violencia cuyos pormenores probablemente no conoceremos jamás y que se enlaza con otras historias ignoradas que en los últimos días han emergido de otras fosas clandestinas repartidas a lo largo del país.

Una semana antes, Reynosa, Tamaulipas, había entregado otra imagen macabra: al revisar un predio señalado por algunos reportes, madres buscadoras hallaron un agujero cubierto con un tronco cortado. Al removerlo salieron varias ratas.

Y finalmente, los huesos.

Hace una semana las autoridades descubrieron las osamentas de diez cadáveres en una zona boscosa de Zirimícuaro, Michoacán. Algunas presentaban evidentes impactos de bala, así como otras señales de violencia. Era imposible determinar el sexo, así como las identidades de las víctimas. En la fosa, ubicada en la zona aguacatera del estado, había algunos objetos que las víctimas llevaban en vida.

Zirimícuaro colinda con Uruapan, uno de los municipios más violentos de la entidad, en donde el Cártel Jalisco libra una violenta guerra contra el grupo conocido como Cárteles Unidos. Aquella fosa era un registro más de los días de horror que asolan no solo dicha región, sino el país entero.

En tres meses de 2023 han aparecido, por ejemplo, 74 cuerpos inhumados en fosas clandestinas del estado de Jalisco.

La fosa más escalofriante fue encontrada en un predio de Tlajomulco de Zúñiga. Solo ahí, los peritos detectaron, amontonados, los restos de 36 cuerpos. Tlajomulco es otro de los bastiones del Cártel Jalisco.

En una segunda fosa localizada en San Isidro Mazatepec, localidad sacudida por secuestros, ejecuciones y cuerpos abandonados en cobijas, fueron desenterrados este año otros 23 cadáveres.

Una fosa más, hallada esta vez en Zapopan, escupió los restos mutilados de otras seis personas.

Entre el 14 y el 18 de marzo, madres buscadoras y autoridades diversas localizaron fosas clandestinas en Nogales, Sonora, e Irapuato, Guanajuato.

En este último lugar, mientras la policía buscaba la última ubicación del empresario Jair Martínez, secuestrado el 12 de marzo por hombres armados y cuyo cuerpo sin vida apareció más tarde, el colectivo de buscadoras Hasta Encontrarte llegó a un terreno de la colonia Las Américas: bajo un montículo de tierra removida aparecieron bolsas con los restos humanos de al menos siete personas, así como unos tenis azules, unos jeans y un teléfono celular con la pantalla estrellada. 

En Sonora la situación ha llegado a tal punto que de 2018 a la fecha han sido creados 13 colectivos dedicados a buscar personas ausentes. 

En Hidalgo han aparecido fosas en los municipios de Acaxochitlán, Cuautepec, Huichapan, Nopala, Pachuca, Tecozautla, Tepeapulco, Tizayuca, Tlaxcoapan, Tolcayuca, Tula, Tulancingo y Zempoala.

Hace unos días la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas reveló que durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se han localizado 2,710 fosas clandestinas a lo largo del país.

México es un cementerio. En Veracruz han aparecido 323 fosas. En Colima 305, en Sinaloa 246, en Michoacán 213, en Guanajuato 154, en Tamaulipas y Nuevo León 145 en cada uno de estos estados.

Es el mapa del horror en el que municipios como Tecomán, Colima (206 fosas), Acapulco, Guerrero (137), Ahome, Sinaloa (112), Úrsulo Galván, Veracruz (66), Salvatierra, Guanajuato (65), Ciudad Juárez, Chihuahua (64), Mazatlán, Sinaloa (62), Cajeme, Sonora (61) y Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco (54), figuran como municipios dominados por el mal.

Ahí, en el silencio y la oscuridad, miles de personas han sido desaparecidas, asesinadas, muchas veces mutiladas, antes de ser inhumadas de manera ilegal en predios, casas, terrenos situados en zonas rurales y urbanas.

“Detectamos la primera fosa en Colinas de Santa Fe (en Veracruz). En cuanto comenzamos a excavar apareció un mundo de sangre, de fluidos, de gusanos blancos… Nunca pensé ver algo así”, relató una de las madres buscadoras: la señora Lucía de los Ángeles Díaz Genau.

En 2022, México alcanzó una cifra insólita: 109,516 desaparecidos.

¿Cuántas de esas personas fueron a parar a las fosas, los cementerios clandestinos que inundan el país?

Casi tres mil fosas clandestinas en el sexenio de AMLO: ese cementerio que es México está poblado de silencio, de huesos, de tenis y de celulares estrellados.

 

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