Viajar es un refresco burbujeante, sacude el espíritu para limpiar esas tuberías obstruidas de suponer que quien se ha ido nos ha desamparado. Cuando viajas se apersonan, sin pudor te acompañan, van y vienen con canciones, se untan en todo eso que miras para revivirse en los recuerdos, la tristeza se esparce en el memorioso mar de las añoranzas. 

Los viajes nos hacen observadores, agradecidos traen a la memoria el terruño. Se compara, aquilatas, valoras, sueñas con ese y, sí en el pueblo hubiera… Cuando esa frase se me atraviesa, imagino a todos esos ciudadanos que hicieron de ese pueblo, o ciudad -a la que miro maravillosa- en largas charlas que dejaron de ser ideas para pasar a las realidades, aspiro el amor que les incito a hacer un recuerdo incobrable; miro en todos los que cada día, al paso de los años deciden preservar ese esfuerzo para legarlo como patrimonio a cualquier visitante.

En esta ocasión, declaro mi amor al estado de Veracruz, estuve en Orizaba, privilegiada por un delicioso clima, llena de sonrisas y algarabía. Dicen que son tan bendecidos que en un solo día pueden tener todos los climas, en cualquier esquina encuentras con quien charlar, orgullosos se expresan de su hermosa ciudad como el más avezado del agente turístico sin serlo.

Me enteré que tienen un alcalde que repite por tercera ocasión con una administración programática, visionaria con finanzas sanas. A decir de algunos lugareños, están felices de contar con el apoyo y la visión de un empresario que ama a su pueblo y los “trae cortitos” pues no cede la autoridad ante infractores, reduce al mínimo la corrupción y no permite que sus “colaboradores” anden #demanoslargas.

Orgullosos proclaman que Orizaba, no depende de las finanzas del estado; me contaron, que tenían un servicio de limpia de tres turnos, más que los mismos lugareños se encargaban de reclamar y limpiar de ser necesario si algún cochinón -casi siempre de fuera- dejaba por ahí algún #maladorno. Maravillosamente iluminada, sus edificios en perfecto estado de conservación.

El ayuntamiento en 2015 adquirió un castillo que fue legado de la Sra. Isabel Pesado de Mier para transformarlo en un bello museo que hace homenaje a Cri- Cri además de albergar al Poliforum, es un monumento artístico de las Bellas Artes, abierto a todo público. Arropado por un gran jardín, permite a los visitantes llevar sus alimentos y gozar de las instalaciones, amén de afamados restaurantes que se albergan en sus salas. Sin basura, gozan de su belleza, en ella se regocijan. Pensé en Xochipilli hoy triste, en el Parque Lineal solitario, recordé que falta apuesta a parques y jardines; también, le agradecí con el corazón el entusiasmo de Xermán Vázquez para promover el teatro de la ciudad, más aún hay “atores” que no permiten sacarle todo su jugo.

Recordé al inolvidable y entusiasta Gustavo Rébora, apostándole a Celaya con la adquisición del edificio Valenzuela. Escuché en la catedral al coro de la Orquesta de cámara acompañando el oficio del Jueves Santo, orgullosa inspiré la satisfacción que me supone el Conservatorio de Música  y la Orquesta Silvestre Revueltas. Me deslicé en el recuerdo del Viernes Santo -después de procesión- me dije y, ¿si cambiáramos el modo? Tienen -en Orizaba- un Palacio de Hierro que alberga varios museos, pensé: nosotros no adquirimos el cine Colonial más aún esta la casa de la Sra. Mari Herbert. Varios y animados centros comerciales le dan pujanza a la economía, nosotros, tenemos varios por animar. 

El orden y la limpieza traen a la vida paz, seguridad, confiabilidad. No es obra definitivamente de una persona, muchos se suman, entonces, puede ser qué nosotros también nos dé por animarnos. O, usted ¿qué opina? Desde aquí un gran abrazo a todos los animados, vengan y súmense más.

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