En un tiempo se creyó que la inteligencia y la belleza en las mujeres no era compatible.
En esos mismos tiempos las mujeres eran educadas para las labores domésticas y sus ideas no eran tomadas en cuenta en el mundo masculino, en caso de ser escuchadas rápidamente las descartaban y ellas quedaban confinadas al silencio con un “calladita te ves más bonita”. Así discurría la vida de las mujeres en 1914, época en la que las mujeres se supeditaban a lo que sus padres, esposos, hermanos y hasta hijos les ordenaban.
En ese panorama de limitaciones y pocas oportunidades para el sexo femenino, nació hace 108 años un 8 de abril, una niña que sorprendería por su beldad y vivacidad: María de los Ángeles Félix Güereña, conocida como María Félix. Hace 20 años murió en la misma fecha de su nacimiento.
De pequeña, María era considerada como voluntariosa por su resistencia a obedecer roles que no le gustaban. Pero, al fin y al cabo, siguiendo las costumbres se casa y tiene un hijo. Poco después, en contra de los cánones establecidos de la época, se rehúsa a seguir soportando excesivos celos y violencia por parte de su esposo, y se divorcia.
Tristemente el ex esposo gana la patria potestad dejándola en la desolación. Vive el desamparo que padecen las mujeres solas con hijos, pero no cesa en su lucha por recobrarlo. Conoce la felicidad de ser libre para tomar sus propias decisiones y de tener dinero propio para respaldarlas.
En estos días de su aniversario, recordamos a María y me gustaría hacerlo, no como la actriz que fue, no por su destacada belleza, no por su criticada lista de maridos y sus excentricidades, sino por la visión con perspectiva de género que supo desarrollar a través de sus vivencias y experiencias. María percibió la desigualdad y discriminación en las relaciones de hombre mujer tanto en el trabajo, lo doméstico, lo político y lo social denunciándolo en las entrevistas que concedió. Debido al reconocimiento y admiración del pueblo mexicano, estas denuncias han encontrado eco en nuestra sociedad, así como la motivación en las mujeres para empoderarse.
Curioso es que María causaba escándalo con sus ideas revolucionarias y adelantadas a su época y al mismo tiempo causaba admiración. Bien claro percibió uno de los mayores males de México describiéndolo así: “El machismo es una enfermedad moral que consiste en la ceguera del hombre”.
Sus palabras han trascendido enormemente y hoy representa un ícono de autonomía y libertad femenina. El mensaje de María es: “Las mujeres tenemos que ser más autónomas, más dueñas y señoras de nuestro destino, así podremos hacer más por este país” “… no se queden calladas… los hijos que parimos… necesitan entender y aprender desde que nacen, que, para tener un mejor lugar para vivir, hay que tener valor” “… ¡Protesten, quéjense, no se dejen! ¡Prepárense! ¡Hagan de su vida lo que ustedes deseen y no lo que sus hombres les permitan ser!”
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