Sumergirme en ese mundo de las letras, me tiene asegurado viajes fantásticos, posibilidades impensables, es la llave secreta para aprender aquello que a mi alcance parece no estar, es amigo seguro y fiel cuando parece que me he extraviado.

Mi primer libro, me hace adentrarme en esa secreta intimidad, el olor a papel añejo, a polvo de años, a dedos de otros, a los ojos que miraron lo que yo no he entendido. Largas e interminables pláticas con Scherezada donde imaginé sus ojos, sus manos tocaron mi alma, mi vista escuchó sus cuentos. Eso he vivido y más, en esta adicción a la lectura. Creo que, si no hubiera libros, sería capaz de leer en hojas en blanco, leería en las nubes, escribiría con mis dedos.

Hace unos meses estuve de viaje, descubrí en unas esquinas grandes contenedores de acero, en donde las personas depositaban sus libros, me llamó la atención el mirar cómo en otro contenedor, había una tarima, donde se ponían aquellos “deshechos”, a su alrededor había manos que con que avidez iban escudriñando los lomos, imaginando ya aventuras, largos paseos o profundos aprendizajes. Ahí supe, que es en Chile y en Argentina, donde las librerías tienen un gran auge, son tan visitadas como la mejor tienda de ropa o chucherías; los cafés librerías son tan importantes como pudieran ser en otro lado las cantinas, entonces me dije y, qué tal sí en mi amado pueblo, nos intoxicáramos con buenas lecturas, qué tal si empezáramos a urdir diferente de la mano de Salgari o de Verne, o a investigar con Christie paseando en el río eterno con Florentino Ariza, y el doctor Juvenal nos curará de amores y liberará las tristezas…

Dicen que si pido se concede, por eso un amigo me contó cómo en San Diego California, en Balboa Park (algo así como el Parque Fundadores) este 29 de abril a las 10 de la mañana se hará una fiesta, en la cual se regalarán miles de libros nuevos, donados por organizaciones y voluntarios para festejar el Día del Niño. Roosevelt Brown, quien es el organizador del evento dice, que la idea es fomentar la lectura en los niños.

Cuenta que hace casi cincuenta años, comenzo en las esquinas donando libros donde veía grupos de jóvenes. La idea parecía descabellada, pues con tanta tecnología, algunos podrían creer que a los niños y jóvenes no les interesa tener esos contactos con las amigas de papel. Más les ratifico, como miré el interés al encontrarme con un pequeño de aproximadamente diez años, este chico me dijo que a él no le gustaba leer pues le parecía aburrido, durante unos minutos lo escuché tratando de entender sus razonamientos, los cuáles estaban basados en una promoción de la lectura bastante aburrida.

Me acordé que aún tenía el regalo que Rosy me habia hecho: un capitán de quince años, debidamente autografiado; entonces, recurrí a esta memoria resbaladiza y como pude le conté las aventuras de Dick Sand y cómo siendo dueño del Pilgrim explora los remotos mares australes; le conté que si el joven Dick había corrido grandes aventuras con éxito, él también podría hacerlo, puse el cuento en sus manos y esperé…

La magia se pegó a sus ojos, con gran delicadeza se deslizó a su corazón, dos horas estuvo su papá trabajando, el mismo tiempo que los ojos del joven prendados al libro quedaron. Angustiado ya para despedirse me dijo que aún no lo terminaba, que cómo hacía para encontrarse de nuevo con su amigo. Mi corazón henchido respondió: este libro te lo dona Rosy, es para ti, que sea el primero de muchos que tus ojos lean, sentenciosa quise conjurar.

Por eso es esta campaña de donar libros y regalar a los niños, sé que tú también quieres pensar, imaginar para vivir diferente, por eso ya sé que cuento contigo. Te esperamos en Parque Fundadores de 8:30 a 10:30 horas este 29 de abril con ese libro que podrás regalar a la esperanza.

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