En enero del 2012 escribí un artículo titulado: “Si yo fuera Gober” con la intención de orientar el quehacer público en beneficio de un mejor futuro.
En el 2014 volví a retomar el tema, me cito: “Mi hijo preguntó:
-Papá, me queda claro que no te gustan el modelo socioeconómico ni las formas de gobernar a México, pero: ¿tú qué harías?
-Lo primero que haría, hijo, sería recuperar la dignidad personal de todos mis gobernados; solo así, con ciudadanos completos, podremos reconstruir a México.
-¿Siempre has pensado así?, volvió a preguntar.
-¡No!; cuando Lázaro Cárdenas Batel estaba en campaña, me preguntó: ¿si tú fueras gobernador, Santiago, que sería lo primero que harías?… Mi respuesta fue: garantizar una alimentación de calidad a nuestros niños… Y la razón era sencilla, no se puede construir una nación sana con ciudadanos enfermos o mal nutridos.
-¿Y en qué momento priorizaste la dignidad sobre la alimentación?
-En el momento que comprendí que un ser humano digno, en automático adquiere responsabilidad sobre su destino y en consecuencia busca formas de resolver los problemas y enfrentar los retos, en lugar de mendigar. Si formamos ciudadanos con personas dignas, la pobreza será historia y el hambre erradicada.
-De alguna manera, padre mío, estamos ante el viejo dilema: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Primero ciudadanos dignos para que resuelvan problemas o primero alimentarles para que tengan el potencial para ser ciudadanos completos.
-Quizás la respuesta correcta, hijo, esté en enfrentar ambos retos al unísono, de manera tal que con políticas públicas adecuadas garanticemos una alimentación sana para todos (pobres incluidos), al tiempo que damos oportunidades a cada habitante para acceder a lo básico con un trabajo de ocho horas, facilitándoles acceso a bienes de capital e infraestructura para la producción, mientras, modificando el modelo educativo (hoy urgente), educamos para formar mexicanos en toda la extensión de la palabra, es decir, ciudadanos productivos capaces de exigir derechos y asumir responsabilidades dentro de un marco jurídico que garantice equidad y justicia para poder vivir en paz.
-¿Por dónde empezarías, Papá?
-Mira hijo, quizás, como expresé, haya que empezar por varios frentes al mismo tiempo, pero no quiero evadir tu pregunta; por ello, respetuosamente propongo empezar: por construir esperanza con actos de gobierno, para que cada mexicano este convencido de que con un esfuerzo organizado en forma inteligente, bajo la coordinación de las autoridades con liderazgos honestos y comprometidos, tenemos un camino para un futuro verdaderamente mejor; y obvio, por modificar amorosamente y con inteligencia el modelo educativo que hoy alimenta mano de obra para el capital, pero no construye ciudadanos ni personas plenas. Me explico: el México de los 40´s y 50´s era un México de pobres, cosa de ver la película de Pedro Infante: “Nosotros los pobres”; pero era un México con esperanzas y alegre, seguro de que con el esfuerzo de todos saldríamos adelante; hoy eso no existe, el mayor drama de una persona no es ser pobre, el mayor drama es no tener la esperanza ni la ilusión de un mejor futuro (esa desesperación alimenta la delincuencia) y no me refiero al rollo demagógico, sino a la realidad de construir, con hechos, no con discurso o publicidad, la expectativa de que tenemos un camino y de que nuestros líderes saben cuál es. Hoy somos una sociedad disfuncional, estresada, que no cree en sus liderazgos ¡Urge cambiar eso! Para ello estoy convencido de que tenemos que hacer las cosas diferentes, pues si hacemos lo mismo, pos va a resultar lo mismo.”
-¿Y cuál sería ese hacer las cosas diferentes, papá?
-En mi opinión, hijo mío, la clave está en ser congruentes, es decir, coincidir entre el decir y el hacer, me explico: Morena habla de primero los pobres, el PAN de un gobierno humanista; urge que partidos y gobiernos sean congruentes con sus dichos y con sus principios y valores éticos, democráticos y morales, un gobierno no puede llamarse humanista si privilegia lo económico sobre las personas, o decir que defiende a los pobres tomando decisiones que nos empobrecen; como un partido no puede llamarse democrático cuando al interior se pelean como perros y gatos por las candidaturas, como un funcionario no puede llamarse honesto cuando condiciona el empleo al apoyo electoral o roba o beneficia a quienes financiaron su campaña o asigna posiciones a quienes, sin tener capacidad son militantes de su partido. Ser congruentes es el primer paso, hijo, ello incluye ser honestos en el decir y el hacer… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.