Por supuesto que el rumor y la especulación surgen cuando hay vacíos en la información. Lo saben todos los directores de comunicación de gobiernos y empresas en el mundo. Una de sus principales funciones es, precisamente, evitar estos vacíos.

El gobierno mexicano hizo un mal trabajo con el COVID del presidente. El reportero Joaquín Chal Camaal del Diario de Yucatán publicó el domingo 24 de abril que había sufrido un desvanecimiento; pero si bien hubo testigos, el coordinador de comunicación de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, declaró a El Universal que se trataba de un “falso rumor” y que la gira de AMLO por Yucatán “sigue como lo tenía planeado”. Chan Camaal publicó a las 14:57 que el presidente “habría sufrido un infarto o una complicación cardiaca”. A las 15:32 López Obrador reconoció en Twitter que se le había diagnosticado COVID, que había suspendido su gira y que se encontraba ya en la Ciudad de México, pero añadió: “Mi corazón está al 100”.

No volvió a emitirse información oficial hasta la mañanera del lunes 25, cuando el secretario de gobernación, Adán Augusto López, acusó: “No hubo ningún traslado de emergencia. No hubo ningún desvanecimiento, como algunos han pretendido hacer creer. No será la primera vez, ni la última seguramente, que miente el Diario de Yucatán. Yo ya relaté cómo se dieron esos acontecimientos”.

Supongo que Ramírez el domingo al mediodía no estaba informado de la condición el presidente, pero para el lunes no es ya verosímil que el secretario de gobernación no lo estuviera. El propio AMLO desmintió a su secretario el miércoles 27 al reconocer que sí había sufrido un “desmayo” y que había sido trasladado en una “ambulancia aérea” a la Ciudad de México. En estos puntos el secretario mintió. El Diario de Yucatán, en cambio, se equivocó al señalar un “presunto infarto” del presidente. En mi artículo del lunes 25 de abril escribí: “Se confirma que la falta de información genera rumores. La naturaleza aborrece los vacíos; si no hay información oficial, el vacío lo llenan las especulaciones”.

El miércoles 27, en televisión, repetí la idea: “Cuando no tienes información, especulas”. Los operadores de comunicación del gobierno montaron una campaña en mi contra: “La nueva ‘tesis periodística de Sergio Sarmiento en Tercer Grado'”, tuiteó Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión. “Vaya manera de justificar el zopitolaje informativo”. Olvidó su tweet del 26 de junio de 2015 en el que especulaba sobre la salud de Peña Nieto: “Primero nódulo en la tiroides. Ahora vesícula biliar. ¿Tiene problemas de cáncer @EPN? El país tiene derecho a saber”. Zopilotaje puro. En la campaña, que me hizo brevemente tendencia en Twitter, los activistas del gobierno pretendieron ocultar el vacío que promovió el rumor.

Reitero: los vacíos de información generan especulaciones y rumores. Cualquier estudiante de comunicación lo sabe. Esta certeza no tiene nada que ver con mi trabajo periodístico. Yo señalé que AMLO había tenido un desvanecimiento, porque había testigos, pero no repetí la información del infarto, porque no había corroboración. Busco siempre sustentar mi información.

Mientras el gobierno se queja de la especulación, sin embargo, el presidente recurre a ella constantemente. Este 28 de abril dijo: “Tengo una información, que ojalá y se pueda demostrar, de que la esposa del que era secretario de salud, de Frenk, en ese tiempo que se creó el Seguro Popular. Vendían, un medicamento que luego Cofepris tuvo que prohibir, un diurético dañino”. Ni una prueba, pura especulación.

Presunción

Roberto Garduño, comisionado del INM, ha sido vinculado a proceso por la muerte de 40 migrantes en Juárez. Se respetó su presunción de inocencia y enfrentará su juicio en libertad. Se mantiene incluso en el cargo. Muy distinto se trató a Rosario Robles y Jesús Murillo Karam. 

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