El Molino Residencial es un fraccionamiento localizado al norte de la ciudad con una extensión de más de 600 hectáreas, que fue autorizado por el Ayuntamiento de León en marzo de 2006 y que contaría, entre otras, con zonas campestres residenciales y habitacionales de densidad baja, así como comercios, parques, reserva arqueológica, zonas de equipamiento y campo de golf.

Es de los fraccionamientos más grandes del municipio, ya que en su plan maestro contempla albergar a más de ocho mil 500 viviendas con una densidad de 60 habitantes por hectárea. Todo esto tiene un gran impacto en la movilidad de esa zona, y más aún cuando solamente tiene un acceso a la zona comercial y centro de la ciudad, justo a través del bulevar Manuel Gómez Morín, o también llamado bulevar Camino a Comanja, desembocando todo en el bulevar Manuel J. Clouthier, mismo que hoy en día ya se encuentra colapsado por la gran afluencia de vehículos que transitan en él diariamente, ya que ahí también confluyen otros fraccionamientos de alto impacto vial como son Jardines del Campestre, Gran Jardín, Bosque Azul, Porta Fontana, El Bosque, etc.

Desde sus inicios, y para la autorización de El Molino, el Ayuntamiento de la ciudad exigió una serie de obras de remediación como distribuidores viales, accesos, puentes, etcétera, que vinieran a garantizar un flujo vehicular seguro y constante, pero hoy en día sigue siendo un misterio si dichos requisitos fueron cumplidos a cabalidad por el fraccionador. Todavía la semana pasada pregunté a los directores de Desarrollo Urbano y de Obras Públicas si, como Municipio, teníamos un diagnóstico de los compromisos que había hecho el fraccionador y su cumplimiento, obteniendo como respuesta un desconocimiento y que por lo mismo se estaba haciendo una investigación de la que en los próximos días sabremos sus resultados, habrá que ver.

A pesar de no tener el diagnóstico mencionado, actualmente se está discutiendo en la Dirección de Desarrollo Urbano, una solicitud de El Molino para que se le autorice una modificación en su traza original, y se le permita cambiar el destino de un área comercial de densidad alta de 2.5 hectáreas para convertirla en una zona habitacional en donde se construyan 10 edificios de entre 9 y 19 niveles que albergarían casi 600 departamentos, incrementando de manera exponencial la densidad de la zona, para pasar de 60 y dejarla en 300 habitantes por hectárea.

Evidentemente, de aprobarse esto vendría a complicar aún más la movilidad vehicular del transporte público, ciclista y peatonal de la zona, con las consecuencias ambientales y sociales. 

Antes de cualquier modificación, la Dirección de Desarrollo Urbano debe consultar a todos los vecinos del fraccionamiento y obtener el visto bueno de al menos la mayoría de ellos, pues el Municipio debe ser el protector de los habitantes que compraron un terreno bajo un proyecto que ofrecía originalmente unas características en cuanto a su densidad y movilidad, por lo que debemos evitar que ahora de un plumazo se pretenda modificar el plan maestro sin consultar a los propietarios, el Ayuntamiento debe de escuchar a los ciudadanos aun y cuando pueda tener la facultad de aceptar los cambios.

Por muchos años se ha dicho que los Ayuntamientos han sucumbido ante los intereses de los particulares, principalmente de los desarrolladores de vivienda, sobre todo de los foráneos, los cuales no siempre anteponen el desarrollo y bienestar de los leoneses en el largo plazo, hoy es tiempo de ejercer con firmeza la autoridad y hacer valer la opinión de los ciudadanos y los reglamentos de la materia, más aún cuando puede haber compromisos incumplidos.

 

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