Las corcholatas están en su punto máximo de tensión política, hasta ahora. Adán Augusto López dice que estuvo manipulada la encuesta con la que Claudia Sheinbaum fue designada candidata de Morena a jefa de Gobierno en el 2018. Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal se quejan de que los gobernadores hacen cargada a favor de Sheinbaum y Adán Augusto. Sheinbaum trata de tapar el sol con un dedo y dice que no hay guerra sucia. Noroña no para de quejarse de que nadie lo toma en cuenta.

No habíamos visto nada así este sexenio. El presidente sembró la división entre los suyos y hoy la está cosechando. Los echó a pelear muy temprano y con la cancha dispareja, y eso está pasándole factura.

Cómo estarán las cosas entre los aspirantes a la candidatura presidencial del oficialismo que el dirigente nacional del partido, Mario Delgado, ya habla de que se puede complicar la unidad, y López Obrador se ve obligado a citar a sus corcholatas en Palacio Nacional para hablarles de lo mismo, unidad, y tomarse la foto sonrientes en viernes de puente y con Rosalía cantando afuera en el Zócalo.

Cuando el llamado más importante es a la unidad, es porque no la hay. Las aguas están agitadas y se están agitando más.

Claudia Sheinbaum es la clara favorita del presidente. López Obrador ha mandado todos los mensajes y esos mensajes los están leyendo todos en Morena: gobernadores, legisladores, dirigencias estatales, estructuras del partido, corrientes políticas. Pero en el cuartel de Adán Augusto dicen que el presidente -muy al estilo priista- le ha mandado señales en clave a su secretario de Gobernación para hacerle saber que, en el fondo, él será el bueno. Ebrard apuesta a un desplome de Sheinbaum y Monreal ya dobló las manos.

Se ven grietas en Morena, pero aún no se puede hablar de fractura. Están en el punto de mayor confrontación hasta ahora, pero no se ve un rompimiento inminente, menos aún si el presidente está dispuesto a operar políticamente para reparar, compensar e indemnizar los daños que ha dejado su desordenada sucesión. Si la oposición está pasivamente esperando una fractura en Morena para mover sus fichas de cara al 2024, el futuro le puede resultar muy amargo.

La hora de las definiciones empezará después de las elecciones de este 4 de junio en Estado de México y Coahuila. Ya se anunció oficialmente. Pero es como el anuncio de una función de lucha libre: todos hacen como que pelean, alguno puede salir lastimado, pero el dueño de la arena y los propios luchadores ya saben quién va a ganar. Lo demás es hacer show. Para el público, lo divertido será saber con qué truco, con qué faramalla, con qué maroma nos van a salir para simular una contienda interna y justificar una encuesta que en el fondo tiene a un solo encuestado.

 

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