Mayo, en su día 17, conmemora al Internet. Al calor del enfrentamiento de dimensiones globales como era el de Estados Unidos contra la extinta Unión Soviética (la llamada “Guerra Fría”), surge la red global a finales de los años 60 como una herramienta que buscaba garantizar las comunicaciones en caso de amenaza nuclear. Hijo de ARPA (la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada) una rama del Departamento de Defensa de EEUU con fines meramente militares, pasó después a conectar diversas universidades norteamericanas, para transformarse en el hito de comunicación e intercambio de información que cambió el mundo.

Es un hecho: multitud de procesos en salud han sido moldeados por el internet. En el ambiente clínico, esta herramienta ha permitido a los médicos tener un acceso mucho más rápido a información que apoye al diagnóstico de la condición clínica de los pacientes o implementar mejores esquemas de tratamiento. De igual manera, ha transformado los mecanismos de expedientes médicos, resultados de estudios de laboratorio y gabinete, así como la accesibilidad a guías de práctica clínica. También ha sido un eje de comunicación efectiva entre médicos para poder interconsultarse e incluso discutir sobre procedimientos a pacientes.

Para el usuario ha sido un mecanismo de acceso a la información que permite un mayor grado de autonomía y mejor relación con sus médicos tratantes, así como realizar transacciones a distancia que incluyen la proveeduría y pago de servicios sanitarios. Como herramienta, es de suma utilidad para actividades de vigilancia epidemiológica, educación profesional clínica e investigación biomédica.

Es de señalar también que la reducción de inequidades en salud y la mejora en acceso a servicios asistenciales ha tenido mejoría con el uso del internet. Esas diferencias sistemáticas en la distribución de recursos en salud entre diferentes grupos poblacionales, han sido reducidas por las tecnologías de la información. De igual manera, el uso de la telemedicina ha facilitado en varias regiones la correcta administración de servicios de salud, empoderando a aquellos que son beneficiarios de estos recursos.

Al ser una herramienta de tal valor, es importante entonces tener la capacidad de protegerla. Es imperativa la adaptabilidad para sortear los riesgos que posee esta herramienta aplicada a la industria de la salud y por ello deberá apostarse a mejorar la capacidad de resguardo de la privacidad de los usuarios. La ciberseguridad es ahora fundamental, pero también la protección contra amenazas de hackeo en control de dispositivos (por ejemplo pacientes que tengan alguna bomba de infusión de medicamentos conectada a internet, que regula la dosis de medicación) lo mismo aplica para el resguardo de redes hospitalarias y otros sistemas de regulación sanitaria.

Asimismo, está el desafío de hacer universal el acceso al internet, orientado obviamente a la mejora de oportunidad en servicios de salud. Nuestro país aún está lejos de dar una cobertura universalizada a esta herramienta, siendo lo anterior una limitante para garantizarse la justicia en salud. Las brechas entre poblaciones pueden ser acortadas si se permite y logra la distribución de este recurso a una mayor cantidad de personas.

Celebremos sí, tener esta herramienta transformadora, pero trabajemos también en que sea de utilidad para la población humana y que nos ayude a mejorar las condiciones de salud y reducir las inequidades existentes al día de hoy. ¡Enhorabuena!

 

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre   

 

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