“Tanta muerte es un llamado a trabajar por la justicia y la seguridad”. Con esta estremecedora frase comienza el mensaje al pueblo de México del Episcopado Mexicano, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y otros integrantes de la Iglesia. A continuación, un resumen del mensaje:
Estamos viviendo una gran violencia y una inmensa descomposición social. A esta calamidad hay que sumarle la corrupción institucional y la impunidad que ha permitido el aumento de la delincuencia y la incapacidad para combatirlos.
Nuestra convivencia social está en riesgo, como lo está también la democracia, la economía, el medio ambiente y el bienestar en nuestros territorios. Necesitamos un diálogo que incluya a todos los sectores de la sociedad. La Iglesia nos llama a trabajar junto con otros para construir condiciones de paz. Convocar a especialistas, escuchar a las víctimas, tomar en cuenta a quienes han logrado sostener bajos índices delictivos en los territorios, y a quienes están participando en los conversatorios por la paz y en los foros de justicia y seguridad. Con la finalidad de recoger todos los aportes posibles para la paz con justicia y hacer una propuesta viable a nuestras autoridades y al país, convocamos al Diálogo Nacional por la paz, el cual se llevará a cabo del 21 al 23 de septiembre en la Universidad Iberoamericana de Puebla, con el objetivo de elaborar una Agenda Nacional de paz y articular las iniciativas locales. Es tiempo de transformar tanta muerte en un llamado comunitario, de trabajar por la paz y la justicia. Hasta aquí el resumen del mensaje.
El tono de la Iglesia se eleva cada vez más fuerte denunciando la violencia que se vive en el país, y la crítica a las políticas de seguridad son cada vez más intensas. Sin embargo, existe una situación de incongruencia entre lo que proclama AMLO y lo que denuncia la Iglesia que no permite que el mensaje y reclamos de las autoridades eclesiásticas permee de lleno en la sociedad. Nuestro mandatario se proclama cristiano, guarda estampitas del Sagrado Corazón de Jesús en su vestimenta para recibir protección, su partido lleva el nombre de MORENA asociándose a la inmensa vocación guadalupana de las y los mexicanos. Su dicotomía más obvia es haberle puesto a su hijo menor el nombre de Jesús Ernesto, Jesús por Cristo y Ernesto por el Che Guevara. Así también, AMLO ha tenido la soberbia de compararse con la vida de persecución y crucifixión de Jesucristo. La gente se confunde pensando que es un buen cristiano y se cree esa frase de “primero los pobres” cuando se ha referido a ellos como mascotas y ha resaltado la conveniencia de dejarlos pobres porque son los que votan por él. El pueblo se siente cercano al mandatario y le creen. No se dan cuenta del lobo vestido de oveja.
El 71% de la población mexicana es católica. Es como para que hubiera una gran respuesta a las denuncias de la Curia y se recapacitara del daño que AMLO le está haciendo al país resaltando la incapacidad para controlar la violencia que vivimos.
acentodemujer@hotmail.com